Enrique Krauze / Historia de una injusticia

AutorEnrique Krauze

Toda vida humana es sagrada pero la vida de un niño lo es más. Por eso, si en La Gran Familia hubo delitos, así como maltrato y abusos sexuales a niños, sobre los culpables de ese hecho abominable debe caer todo el peso de la ley. Pero justamente porque la vida de los niños es la más sagrada, quiero refrendar mi defensa de Rosa Verduzco. No creo que ella haya sido responsable de esos hechos. No creo que los conociera. Creo que su obra -hoy liquidada para siempre- simbolizó lo contrario: la sagrada misión de cuidar y educar a los niños.

Hemos sido testigos de un linchamiento que debería avergonzarnos, pero que, al menos, debería dar pie a la reflexión sobre el poder de los medios. Ningún operativo contra los narcotraficantes, ni la captura del Chapo, contó con una cobertura similar. Inspirados por la versión oficial de los hechos, varios medios presentaron la historia de Rosa Verduzco como cosa juzgada. Al hacerlo así, sin albergar la más mínima duda, sin dar voz a la versión de la inculpada (o a la de alguno de los miles de niños que pasaron por esa institución y hoy son hombres de bien) y sin reparar un solo instante en los 66 años de historia de esa institución, faltaron al imperativo de la objetividad y condenaron una vida dedicada a servir a los olvidados de México.

No perdamos de vista lo central: ahí donde el Estado fue omiso en su responsabilidad de asistencia, allí donde la Iglesia ya no podía o quería acudir en auxilio de los huérfanos, los expósitos, incluso los delincuentes y descarriados, Rosa los acogía, les daba en muchos casos su apellido y, en todos, una educación, unos oficios, una disciplina, un sentido de pertenencia, el calor de un nosotros. Por eso su casa escuela se llamó La Gran Familia, institución que, de manera autónoma, con una ayuda limitada de los gobiernos, viviendo de la caridad, formó a cerca de 8,000 personas.

Rosa tuvo siempre críticos y adversarios. Había unas denuncias pendientes en su contra, que la PGR decidió reabrir. Era su obligación, pero creo que fue una desmesura hacerlo del modo en que se hizo. Y allí, en ese despliegue inicial (policial, militar, mediático), comenzó el fenómeno que hemos vivido: México convertido, por una semana, en un circo romano pidiendo sangre. En las redes sociales hay una campaña que compara a Rosa Verduzco con Hitler y a su institución con Auschwitz.

Se dice que una imagen habla más que mil palabras. También es verdad que una imagen desvirtuada o sacada de contexto puede...

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