Enrique Krauze / Somos un pueblo tranquilo

AutorEnrique Krauze

Según el censo de 1910, México tenía 15 millones de habitantes. Cinco años después, en el momento álgido de la Revolución Mexicana, los ejércitos no sumaban más de 80 a 100 mil hombres. ¿Qué pensaban los que no se fueron a "la bola"? Los ideólogos han dicho siempre lo mismo: estaban de acuerdo con ella, la acompañaban en espíritu, la vitoreaban en las calles, le prendían veladoras, le cantaban corridos. Pero entonces, ¿por qué no fueron mayores los contingentes revolucionarios? ¿Por qué el propio Zapata (genuinamente popular en Morelos) arengaba a sus tropas sobre la necesidad de respetar a "los pacíficos"? Los historiadores del México contemporáneo hemos prestado poca atención a la perspectiva de aquellos "pacíficos", que Luis González llamó "los revolucionados".

Hace unos meses presenté en este espacio unos cuantos testimonios entresacados de la obra Mi pueblo en la revolución mexicana, que se publicó en 1985, con relatos escalofriantes de personas que habían vivido la década 1910-1920. Si además de recabar los testimonios se hubiese hecho una encuesta nacional entre sobrevivientes, los resultados hubieran sorprendido a ideólogos e historiadores. En muchos pueblos de México, acaso en la mayoría, la Revolución se vivió como una plaga bíblica que trajo hambre, peste y muerte. El censo de 1921 arrojó un diferencial demográfico de un millón de personas. No todas habían muerto de manera violenta pero sí por las enfermedades (el tifo, la fiebre amarilla, la influenza española). Otros emigraron a Estados Unidos para no regresar más. ¿Cuántos de los muertos eran civiles? ¿Alguien recogió su opinión sobre la guerra? ¿Alguien les preguntó a sus familiares su idea sobre la Revolución? Es obvio que la Revolución se tradujo también, a la larga, en varias reformas positivas: reivindicó los recursos naturales y la cultura nacional, repartió la tierra, introdujo la legislación social. Pero ¿era necesaria la violencia (o ese grado de violencia) para alcanzar esas metas? La Revolución, en todo caso, parece no haber sido tan popular como se piensa.

En 1994, México tenía una población de -digamos- 95 millones de personas. El neozapatismo alzó a 5 mil indígenas chiapanecos. ¿Qué pensaba del neozapatismo la inmensa mayoría que no se incorporó a su lucha? Las opiniones podían variar, pero hay un hecho tangible: en 1995 Marcos consultó a la opinión pública sobre el futuro de su movimiento y el resultado fue sorprendente: casi un millón de simpatizantes se...

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