Enrique Krauze / Roma: una historia de amor

AutorEnrique Krauze

Generaciones enteras vivieron una infancia como la que evoca Alfonso Cuarón en Roma, pero solo él la ha llevado al cine, proustianamente, volviéndonos al origen.

A principio de los cincuenta, mi familia vivía en una casa de la colonia Hipódromo. Tenía un diseño funcionalista, con toquecillos art déco en sus herrerías geométricas. En la planta baja, estaba la sala, el comedor y la cocina; en la parte alta, las recámaras de los padres y los niños (mi hermano, mi hermana y yo). Por las mañanas, pasaban los ropavejeros y los afiladores voceando sus servicios. Todo era como en Roma.

Nuestra familia, como la de Cuarón, contaba con otras presencias tutelares: "las muchachas". Del patio trasero subía la escalera al cuarto donde vivían. Hay muchas formas de llamarlas, todas -por desgracia- reminiscentes de las haciendas mexicanas: el servicio, la servidumbre, las criadas. También en nuestro caso eran dos. Petra, la "nana", y su sobrina Raquel. Se repartían el trabajo: cocinaban, hacían las recámaras, fregaban los pisos, iban al "mandado", lavaban, tendían y planchaban la ropa. Eran las relatoras de cuentos, las confidentes, las cantantes. No eran indígenas puras, como Adela y como Cleo, la dulce y estoica mixteca de la película de Cuarón, pero mascullaban palabras en náhuatl. Las veo ahora con sus delantales y sus trenzas, sirviéndonos la merienda y el chocolate caliente. Como las muchachas en Roma.

En el momento que recrea la película (1970-1971) el esplendor arquitectónico de la Roma había cesado, pero la colonia se volvió algo mejor: un laboratorio de convivencia, con sus colegios de excelencia y sus prostíbulos. Recorrer de nuevo esas calles es habitar varios tiempos históricos, no solo por su arquitectura sino por su gente: Juanita la del puesto de periódicos, la señora de la miscelánea o la farmacia, la de la fonda o el cine Gloria. No es casual que en esa colonia hayan vivido tantos escritores y artistas, mexicanos y extranjeros. En una vecindad de la Roma, Ramón López Velarde recobró al México íntimo de la provincia. En una casa de la Roma, William Burroughs, jugando a la muerte como macho mexicano, asesinó a su esposa. Y en un extremo de la Roma, en el viejo pueblo de "la Romita", Luis Buñuel filmó varias secuencias de Los olvidados.

La comparación viene al caso. "El Jaibo", Pedro, los adolescentes de Buñuel, no pertenecían a la clase media. Eran los huérfanos de la ciudad, los niños...

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