Entrevista / Dominique Perrault / Artista de la arquitectura

AutorPablo Ignacio Hurtado

VIENA.- La relación entre el interior y el exterior es poética; algunos materiales son tan tersos y profundos que puedes sentir algo, expresó -vestido completamente de negro- en una fría tarde de otoño.

Declaraciones como estas levantan la sospecha que, dentro de este personaje, habita un artista nato, lo cual se confirma enseguida al escucharle decir: "Me convertí en arquitecto un tanto en contra de mi voluntad, pues quería ser pintor".

Es Dominique Perrault, quien acaba de recibir el Premio Imperial, otorgado por la Asociación de Arte de Japón, en la categoría de arquitectura.

La Biblioteca Nacional de Francia, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, en Luxemburgo, y el Centro Olímpico de Tenis, en España, son ejemplos sobresalientes que tienen al paisaje como el eje central en su obra, siempre acompañada de una pincelada de innovación y tecnología, tal como lo constata su próxima osadía: envolver con metal el legendario Palacio de Versalles.

¿Qué representa para usted haber recibido el Premio Imperial 2015?

Es un premio cultural muy prestigioso cuya especificidad radica en que, además de estar dirigido a los artistas, reconoce a la arquitectura dentro de un campo global.

Esto me resulta realmente interesante, ya que la arquitectura no es precisamente un arte ni una especialidad técnica. Al encontrarse en medio, este galardón promueve el aspecto creativo y cultural de la disciplina, lo que es muy importante para mí.

¿Cómo fue que decidió ser arquitecto?

De hecho, yo no quería ser arquitecto. Me convertí en arquitecto un tanto en contra de mi voluntad, pues quería ser pintor.

Si bien empecé a pintar a la edad de quince años, el dibujo todavía está presente en mi trabajo, lo cual me ha permitido perder la angustia y el miedo frente a una página en blanco. Este entrenamiento y experiencia ha sido algo muy importante.

¿Cómo transforma una idea en proyecto?

Mis proyecciones están vinculadas a partir de un deseo de diseñar el vacío teniendo en cuenta que no es una característica negativa de la arquitectura, sino un elemento positivo. No obstante, en ocasiones se percibe como algo inquietante.

La idea detrás de una gran obra arquitectónica es llevar calidad y una ambición abierta, generosa y cívica y, en última instancia, política, a fin de compartir los espacios con todo el mundo.

¿Debe el arquitecto poseer una visión integral?

En proyectos como el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, en Luxemburgo, desarrollamos todas las partes del...

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