Entrevista / Eduardo Calixto / El cerebro según Calixto

AutorAntonio Bertrán

Uno es rosa y el otro, azul. De los varios modelos a escala del cerebro que Eduardo Calixto tiene en su oficina, llaman la atención esos dos a color, aparentemente iguales, que representan el órgano inteligente femenino y masculino.

Aparentemente iguales porque, anota el neurocientífico en Un clavado a tu cerebro -su más reciente libro publicado por Aguilar-, el de la mujer pesa en promedio mil 250 gramos, 100 menos que el masculino.

"Aunque menos pesado, ellas tienen mejor conexión y mayor modulación hormonal", advierte el jefe del Departamento de Neurobiología del Instituto Nacional de Psiquiatría "Ramón de la Fuente".

De ahí que la materia gris "rosa" -valga el juego cromático-, es más eficiente para "hablar, coordinar, recordar y administrar".

En la quinta semana de gestación del embrión, cuando se forma el cerebro humano, existe la misma capacidad para que se desarrolle como masculino o femenino. La testosterona, hormona masculina, será la responsable de hacerlo propio del varón, un poco más pesado pero menos conectado que el de la mujer, en la que es mayor el cuerpo calloso que comunica los hemisferios izquierdo y derecho, cada uno de los cuales es responsable de funciones diferentes.

"Desde el punto de vista genético, las mujeres tienen mayor información en su ADN, pues el cromosoma X tiene 1344 de los 30 mil del mapa genético", explica Calixto, "y el pequeño cromosoma Y de los hombres, sólo 45".

Los órganos vitales son nombres masculinos: el hígado, el riñón, el corazón. Dada esta "superioridad anatómica y fisiológica del cerebro femenino", ¿deberíamos llamarlo la cerebra en un acto de justicia anatómica?

Sí, debería de ser la cerebra, como la amígdala (parte del sistema límbico cerebral relacionada con el procesamiento y almacenamiento de las emociones). Y como también tenemos el hipocampo, debería de ser la hipocampa, la giro del cíngulo...

El hipocampo, "una de las estructuras relacionadas con la memoria y el aprendizaje" es "hasta 25 por ciento más grande en las mujeres", diferencia anatómica que las hace mejores para recordar caras y fechas, por ejemplo el aniversario de noviazgo o bodas.

"También tienen 20 por ciento más grande la corteza del cíngulo, relacionada con el procesamiento del dolor físico y moral", se lee en el volumen, donde el investigador se propuso "tomar la ciencia y explicarla de manera sencilla", sin caer en "la obviedad", como le inculcó un profesor, Roger Gutiérrez, cuando era alumno de la Facultad de Medicina de la UNAM.

Por sugerencia de la editorial, el médico no incluyó la extensa bibliografía, sobre todo de artículos especializados, que sustentan sus afirmaciones. Igualmente se extraña un esquema que ilustre dónde se localizan esas parte del cerebro que, entre muchas otras funciones, liberan substancias, tanto hormonas como neurotransmisores, que son las verdaderas responsables de emociones como la felicidad o la envidia.

Al hablar en entrevista del cerebro de los hombres, el discípulo del eminente fisiólogo celular Simón Brailowsky advierte que es "cuidadoso" al explicar por qué los machos son "inmediatos y rapiditos", además de "propensos a buscar varias parejas para conservar y diversificar sus genes".

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