Entrevista / Enrique Graue Hernández / Los Graue hacen historia

AutorAntonio Bertrán

¿Qué tienen los ojos que han apasio-nado a los docto-res Graue desde el Siglo 19 hasta hoy?

"Es una especialidad donde haces que la calidad de vida de los pacientes mejore sustancialmente en un tiempo muy corto, con una operación de cataratas de 30 minutos, por ejemplo", responde Enrique Graue Hernández, miembro de la cuarta generación de oftalmólogos de la familia.

En una sala de juntas del Instituto Oftalmológico Fundación Conde de Valenciana, que abrió sus puertas hace 40 años con la colaboración de su abuelo Enrique Graue y Díaz González, y del que fue director su padre, el hoy rector de la UNAM Enrique Graue Wiechers, el médico de 39 años subraya que sus parientes han seguido esa tradición familiar movidos por la pasión.

"En mi padre y mi abuelo vi una pasión por la oftalmología que seguramente mi bisabuelo también supo comunicar", dice.

Ese bisabuelo, nacido de una Glennie de origen escocés -no alemán como los Wiechers y los Graue-, fue el primero en ostentar el nombre y apellido de la dinastía médica. Dirigió, entre 1912 y 1924, otra institución consagrada al cuidado de los ojos, el Hospital de Nuestra Señora de la Luz, que había ayudado a establecer en 1898.

Pero no fue el médico más remoto de la familia. En la oficina de Enrique IV como Jefe del Departamento de Córnea del Instituto, luce enmarcado el título de médico cirujano del bisabuelo de su abuela y madre del Rector, Virginia Wiechers Leal, que se llamó José María Leal. El muy bien conservado documento, otorgado por el Consejo Superior de Salubridad, está fechado en la Ciudad de México el 8 de enero de 1856.

"Su hijo Manuel Leal Garduño ya se presenta como oculista y médico de señoritas, una combinación muy curiosa", aclara su descendiente.

Sin duda esta tradición es un gran orgullo, pero también un gran peso que tienes sobre ti.

Yo no lo veo así, lo veo como el gran privilegio de seguir esa labor. De veras que para mí nunca ha representado un peso, quizá porque, para empezar, mi papá jamás me dijo: "Haz medicina". Ni siquiera ejerció un poquito de presión, pero me supo entusiasmar con la profesión porque me pedía que lo acompañara a congresos y también al hospital.

¿Cómo se hacía evidente esa pasión familiar?

En despertar con una gran emoción de venir a trabajar, en una forma de entender la medicina como algo que te apasiona, que por supuesto también te divierte, y que con este trabajo ayudas a la gente. Esa emoción se contagió a través de las generaciones.

PASIÓN PATERNA Y MATERNA

Apoyado por una presentación en Power Point, el joven médico ha querido iniciar la entrevista enlazando la vida de sus ancestros con la historia de los médicos que dan nombre a la colonia de los Doctores, donde se ubica el Instituto, como Manuel Carmona y Valle, quien abrió la primera clínica de oftalmología en el Hospital de San Andrés, hacia 1876.

Al aparecer una fotografía tomada en 1887, el especialista presume que quien está en un círculo morado es el tatarabuelo Manuel Leal Garduño, que posa entre los practicantes de ese antiguo hospital, junto a pioneros de la medicina...

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