Entrevista / Francisco González-Crussí / 'Las pasiones humanas no cambian'

AutorSilvia Isabel Gámez

El "síndrome del corazón destrozado" ocurre cuando una persona sufre un choque emocional, ocasionado por la muerte de un ser querido, la ruina financiera, o un desengaño amoroso.

"Los cardiólogos de nuestro tiempo han demostrado que sí se muere, a veces, de amor", concluye Francisco González-Crussí en La enfermedad del amor (Debate), un ensayo literario, amenizado con información médica, en el que examina la obsesión erótica a lo largo de la historia.

En entrevista, el patólogo descarta que alguno de sus colegas se atreva a registrar el "mal de amores" como causa de muerte. "En toda mi experiencia, jamás hice un diagnóstico semejante".

Aunque existen casos, reconoce, donde no se encuentran lesiones que expliquen el deceso, o las que se descubren no bastan para aclarar el fallecimiento. "¿Cuántas de esas muertes son producidas por el amor decepcionado o infeliz? Imposible saberlo. El problema es que también la muerte, como el amor, es un misterio".

En Notas de un anatomista (1985), el patólogo plantea que tras una causa de muerte, siempre hay otra precedente. "Y así en regresión casi infinita. Decir que conocemos la 'causa de la muerte' es, en rigor, una forma de petulancia, pero al patólogo se le exige que siempre la declare dogmáticamente".

La pasión amorosa, como la mayoría de los padecimientos mentales, no deja huella en el cerebro, señala. "Tampoco en el corazón, como se creía en siglos pasados".

Son abundantes las fábulas, supersticiones y creencias infundadas sobre el amor, asegura el patólogo. Es equivocado creer, sostiene en su libro, que se puede identificar a un enamorado con sólo verlo. Síntomas como la respiración acelerada y la congestión de los rostros, apunta, son compartidos por otros estados emocionales, aunque los psicólogos sí han podido establecer, a partir de pruebas científicas, que la mirada del deseo carnal es diferente a la amorosa.

Otro ejemplo es pensar que el enamorado posee un "sexto sentido" que le permite adivinar los más recónditos pensamientos de la persona amada: "En realidad, muchas veces es un iluso, y como tal sujeto a dolorosos desengaños".

Los reportes médicos indican que el mal de amores ha sido desechado como enfermedad, pero no es seguro, aclara, que así sea para siempre. Depende de cómo se defina, dice, la palabra "enfermedad", un concepto nada sencillo, contra lo que piensa la mayoría.

"Es cierto que la orientación tecnológica de la medicina actual propende a desentenderse de todo aquello que no...

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