Entrevista/ Gabriela Olmos / 'Ser migrante no es fácil'

Literalmente, el amor le cambió la vida a Gabriela Olmos. Se mudó de la Ciudad de México a Alaska, y pasó de escribir cuentos para niños a defender los derechos de los mexicanos migrantes. Hace un par de años era la subdirectora de la revista Artes de México y hoy, junto con su marido Lauren Horn, editan Sol de medianoche, el único diario bilingüe en aquel rincón del continente.

¿Quién cambia la colonia Roma por Anchorage?

Una mujer que se enamora del hombre indicado.

¿El amor te arrastró a Alaska?

Sí. Lauren y yo nos conocimos en agosto de 2015. Vine para montar una exposición sobre arte huichol que curé para Artes de México. Él es miembro de la mesa directiva de la galería y nos conocimos cuando yo la explicaba a los visitantes. Pasamos los dos días siguientes descubriendo este paraíso de hielo. "Y Alaska brotó", suele decir él para describir esa sensación de caminar en el borde de un espejo, entre la realidad y el sueño. Días después volví a México, pero mi corazón se quedó en el hielo.

Pasaste de escribir literatura infantil a ser una voz de los latinos en Alaska, vaya cambio...

Ni yo lo imaginaba. Cambié la jungla de asfalto por los bosques de abetos, los zapatos de tacón por las botas de nieve, la ciudad sobrepoblada por el encuentro ocasional con un alce.

Pero el mayor cambio que viví fue en el horizonte laboral: dejé de trabajar en libros de arte para entregarme a la edición de un periódico comunitario dirigido a los hispanos de Alaska.

¿Qué te ha dado eso?

Es la aventura editorial más humana y enriquecedora que he emprendido jamás. Sol de Medianoche me ha dado el privilegio de vivir la edición como un lazo social, y el papel del editor como el del amigo que te ayuda a descifrar el mundo. Cuando me invitaron a editarlo, inmediatamente acepté porque el reto de descifrar la realidad para los migrantes me pareció hermoso y necesario.

¿Qué es ser migrante?

Ser migrante no es cosa fácil. Se dejan atrás muchas cosas que damos por sentadas: el calor de la familia, la carcajada de los amigos, el saber más o menos cómo navegar en ciertas situaciones... Al ser migrante uno de pronto le da "reset" a la vida, y se halla en un laberinto de situaciones que nunca hubiera imaginado, en medio de instituciones que nada tienen que ver con las que conocíamos.

¿Qué es lo más difícil?

Es muy fácil perder la brújula porque todo cambia: las rutinas, la comida, la disposición de las cosas en el supermercado, los sistemas de salud, las reglas... Y encima...

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