Entrevista / Jennifer Clement / 'Mis armas son las palabras'

AutorMiguel De la Vega

Fotos: Óscar mireles

Fotos: Óscar mireles

Jennifer Clement es una persona única: no usa Whatsapp. Y no es porque odie la tecnología, sino porque apenas se da abasto para responder las llamadas y correos electrónicos.

"Recibo 500 al día", comenta mientras revisa su smartphone. Lo mismo atiende denuncias de violencia contra escritores en Bangladesh, que casos de censura gubernamental en Ecuador o ataques a la prensa en México. Todo, como parte de su labor como presidenta de la mayor organización de escritores del mundo, cargo para el que fue elegida en octubre.

¿Qué se muere cuando matan a un periodista?

La democracia.

¿Cómo defines la situación de la prensa en México?

Tres asuntos graves: o están matando a periodistas o no hay libertad de expresión o, además, se está imponiendo la autocensura.

¿Qué se puede hacer?

Cuando fui presidenta de PEN en México pasé los tres años tratando de cambiar la ley. Y lo logramos. Antes, matar a un periodista era un crimen estatal y ahora, desde hace dos años, es un asunto federal.

¿Y ha servido de algo?

No hemos visto ningún fruto con el cambio de la ley. Pero aun así es muy importante porque lo que ocurría era que la persona que investigaba el delito podía ser, en realidad, quien lo había cometido.

¿Qué le dirías a Javier Duarte, gobernador de Veracruz?

Que al no proteger a sus periodistas y a los activistas de derechos humanos dentro del estado, no está sirviendo a las personas que lo eligieron. Es un gobierno fallido.

A Salman Rushdie lo cuida su propia fama, pero ¿quién cuida a un reportero de un medio local?

Por eso estoy planteando hacer un programa en el que un periodista en peligro pueda tener un escritor famoso, digamos, como padrino.

¿Un ángel de la guarda famoso?

Por ejemplo, que un reportero de Tamaulipas tuviera como "guardián" a Margaret Atwood. Es complicado pero creo que podría funcionar al darle un estatus especial a un periodista vulnerable.

Hay gente que está dispuesta a perder ciertas libertades a cambio de sentirse segura. ¿Qué opinas?

Es parte de la condición humana querer vivir la paz, pero muchas veces es una paz falsa.

¿Cómo pasas de la poesía a la defensa de los derechos humanos?

No soy una socióloga, ni psicóloga o abogada, pero soy parte de una liga, una nación de escritores en todo el mundo que pelean por la libertad de expresión. Algo que distingue al PEN de otras ONG es que trabaja pro bono, nadie recibe ningún sueldo.

¿Cuáles van a ser tus grandes retos al frente del PEN?

El...

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