Entrevista / José Woldenberg / 'Nos ha costado tanto'

AutorRoberto Zamarripa

Dice no cargar secretos ni pretende brincar hacia cargo público o regresar a la militancia política. José Woldenberg pretende regresar a la academia como si nada hubiera pasado durante los poco más de nueve años de consejero electoral, siete de ellos en la presidencia del Instituto Federal Electoral.

Su nombre estará asociado indisolublemente a la transición política de México de un sistema electoral autoritario y fraudulento a una estructura ciudadanizada que auspicia comicios confiables.

Del invento del voto al respeto al voto, del fraude a la certeza, de la desconfianza a la credibilidad.

Lo que ha sucedido no parece perturbarle. No hay ya violencia en las casillas ni disputa a balazos por las urnas, ni protestas masivas después de las votaciones, ni huelgas de hambre para que se respete el voto, ni la injerencia del gobierno en la decisión ciudadana, ni el empleo de los especialistas en la trampa.

Sociólogo con medio siglo de vida, una quinta parte de ella en la actividad electoral, regiomontano, José Woldenberg defiende con frialdad los costos económicos de una elección creíble por encima de los costos financieros, políticos y sociales de un sistema electoral fraudulento.

Vale lo que cuesta

"Digamos el sentido contrario: lo que significa una elección sin impugnación. Después de las elecciones del 2000, que al día siguiente en varios medios saliera que diferentes empresas multinacionales, que tienen asiento en México, decían que refrendaban sus inversiones, propiamente, esto no tiene precio.

"Y a la inversa, imagínense venir de un mundo electoral que más que certidumbre inyecte incertidumbre, y que a cada elección vayamos pensando que al día siguiente puede haber una espiral de conflictos. ¿Cuánto cuesta entonces esa tranquilidad, ese orden, esa convivencia pacífica, que permiten elecciones libres y muchas con todos los candados? No tiene precio, no tiene precio", dice.

Optimista irredento, enemigo de encasillar los cambios históricos como actos de iluminados o como ocurrencias de un grupo o un partido, Woldenberg defiende el sistema electoral que cerró el siglo XX como producto de un proceso de 20 años (1977-1997) de luchas ciudadanas y negociaciones políticas.

Woldenberg se niega a mirar protagonistas individuales, sujetos privilegiados o episodios únicos. Por eso se niega a verse a sí mismo como hombre clave de la transición. Ese estilo lo confirma como un político de Estado que sin estridencias trasciende su obra: elecciones limpias, confiables, competitivas y democráticas. Un paso histórico para un país donde hasta hace 20 años no había votaciones limpias.

-A dónde va José Woldenberg. La gente lo ve distinto, esperará algo distinto. Que tiene secretos, que tiene mucha información, que sabe más que otros; es decir, será un referente distinto para el país.

-Secretos, no. Información, pues sí tengo, porque en este cargo se recibe mucha información. Pero es una información a la que cualquiera puede tener acceso, porque la información del Instituto Federal Electoral prácticamente toda está a la vista.

-¿Por qué no le atrae la posibilidad de la función pública, fuera del IFE. El poder político?

-Me haría un flaco favor a mí y un flaco favor al Instituto Federal Electoral, si luego de estos años saliera de aquí a habilitarme a algún partido o a ocupar algún cargo público, etcétera. Creo conocer también unos ciertos resortes de la vida pública mexicana, y suele hacerse la evaluación del trabajo desempeñado, a la luz del último acontecimiento.

Que si entro al partido A, dirían: "no, fíjate, desde hace nueve años y medio que ya estaba con aquél". Si entro al partido B, algo similar. Entonces, ¿para qué? Sobre todo, si yo me dedicaba antes de esto a la docencia, al periodismo, a la investigación, para lo cual creo que tengo aptitudes para desarrollarme.

-Pero muchos funcionarios pasan por aquí y después están en cargos públicos, algunos hasta son diputados.

-Tienen derecho.

-Pero el argumento que da, qué flaco favor le hace al instituto. ¿También ellos hacen un flaco favor?

-Lo que uno no debe de hacer es criticar la conducta de otros, porque también hay que decirlo, pasar por el Instituto Federal Electoral para ser después funcionario, no puede llevar a la conclusión de que una vez que uno sale tiene conculcados sus derechos políticos. Tampoco comparto ese punto de vista.

Todos mis compañeros que han optado por entrar a un partido, a un gobierno, lo han hecho en el ejercicio de sus derechos. Y siempre he dicho: hay que juzgarlos por lo que hicieron o están haciendo en la institución, pero no por lo que sucede luego. Me parece una forma muy ingrata de juzgar a la gente. Pero yo por lo pronto no lo voy a hacer.

1996, el origen

Electo presidente del Instituto Federal Electoral en octubre de 1996, luego de una reforma electoral que ciudadanizó y dio autonomía a la estructura electoral, José Woldenberg ubica la trascendencia de aquellos acuerdos.

"(La reforma de 1996) modificó las condiciones de la competencia. Pero no sólo eso. ¿En qué sentido modificaron las condiciones de la competencia?

"Estoy convencido que en las elecciones de 91 y 94 los votos se contaron bien y que el Instituto Federal Electoral hizo una muy buena...

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