Entrevista / Michael Kenna / Con el poder de un haiku

AutorJesús Pacheco

Michael Kenna nació y creció en lo que él mismo describe como una familia de clase obrera de Widnes, una ciudad industrial cercana a Liverpool. Cuando era pequeño, aunque tenía seis hermanos, era bastante solitario. Ocupaba sus días en la creación de sus propias aventuras, que luego actuaba en calles y parques.

Le gustaba vagar por estaciones de tren y fábricas, por campos de rugby, orillas de los canales, iglesias vacías y panteones, sitios todos ellos que luego encontraría interesantes para fotografiar.

"Aunque no usara una cámara en aquella época, sospecho que ese periodo fue todavía más influyente en mi visión que el tiempo que luego pasé en escuelas de arte y de fotografía", confiesa en entrevista.

Durante esos primeros años, fue monaguillo y le encantaba ser parte de los rituales de la Iglesia católica, asistiendo al sacerdote en bautizos, funerales, bodas y misas en latín. Incluso, cuando tenía casi 11 años, estudió en un seminario, con miras a convertirse en sacerdote.

"Hubo ciertos aspectos de esa formación religiosa que me parece que influyeron fuertemente en mi trabajo: la disciplina, el silencio, la meditación y un sentido de algo que puede no ser visto, pero estar presente.

"En retrospectiva, la educación fue excelente, pero la orientación vocacional no fue muy fuerte. Afortunadamente, resulté bueno dibujando y pintando, así que, siguiendo mis intereses, fui a estudiar en la Banbury School of Art de Oxfordshire. Ahí fue realmente donde descubrí la fotografía".

Más tarde iría a especializarse en fotografía en el London College of Printing. En esencia, fue preparado como fotógrafo comercial, aunque cuenta haber aprendido fotoperiodismo, fotografía de moda, foto deportiva, naturaleza muerta, foto arquitectónica, "todo tipo de foto con múltiples cámaras".

Al mismo tiempo, estuvo fotografiando paisaje, actividad en la que encontraba su hobby y su pasión. En aquel momento no tenía idea de que podía vivir de ello, y de que así sería.

Tras graduarse, trabajó como impresor, y en menor medida, como fotógrafo. Se mudó a San Francisco, donde consiguió trabajo como impresor de Ruth Bernhard, una fotógrafa bastante reconocida. Poco a poco, su propia obra comenzó a ser representada por galerías. Con los años, sus impresiones comenzaron a venderse, las exposiciones comenzaron a suceder, las publicaciones llegaron...

"Fue un lento proceso, pero gradualmente fui pasando de la impresión y el trabajo comercial para establecerme en la 'escena...

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