Entrevista / Ángeles Mastretta / 'No soy nada dark'

AutorSilvia Isabel Gámez

Reconoce su obsesión por el azar y los finales felices. "No soy nada dark", dice la escritora Ángeles Mastretta (Puebla, 1949).

En su nuevo libro, Maridos (Seix Barral), el amor es una chispa que ningún dolor apaga. De Puebla a Mérida, y de la Ciudad de México al Líbano, los escenarios cambian, pero no el impulso de las mujeres que habitan las historias, "sobrevivientes" de relaciones amargas que han decidido andar su camino con alegría y con valor, dejando atrás las desventuras.

Sentada en su estudio, un espacio amplio, iluminado, que sólo comparte con unas violetas y un pez melómano, Lápiz, que gira cuando la escucha cantar su mejor interpretación, Arráncame la vida, Mastretta acepta que el azar es implacable y caprichoso para lo bueno y para lo malo, pero uno escoge cómo enfrentarlo.

Ella le plantó cara a los 16 años, cuando supo que tenía epilepsia, y lo aceptó cuando se dio cuenta de que sería escritora.

En su libro están, dice, las historias que le contaron sus amigas, las que escuchó y las que se inventó, historias que imagina como una conversación que busca mantener preso al lector y sorprenderlo.

Mastretta estuvo acompañada en su trayecto literario por su hija Catalina, de 20 años, con quien compartió muchas pláticas de sobremesa por las que transitaban sus heroínas; su marido, el escritor Héctor Aguilar Camín, fue quien la oyó quejarse cuando la narración no fluía.

Los finales felices, dice, le llegan sin querer, a eso la conducen sus personajes: mujeres despistadas como ella misma, soñadoras, lúcidas, juguetonas.

"Creo en la alegría como algo que se busca, como una actitud de agradecimiento porque uno está vivo. Muchos de los finales felices los personajes los buscan, a lo mejor no duran para siempre, pero caminan hacia allá".

Ni una de sus mujeres se desvía de la ruta hacia la alegría, una decisión que Mastretta asume como deliberada, aunque la califiquen de light.

"Uno tiene que ser fiel a sí mismo. Yo quiero contar historias de sobrevivientes; sé que esa misma historia podría convertirla en una catástrofe, pero no quiero. No tengo ganas de escribir de malas personas, no quiero".

Son personajes que no se torturan. Mastretta pasa por lo oscuro de las relaciones casi de puntillas. "Creo que soy más buena para librarme de los conflictos que para enfrentarlos; no es una cualidad ni un defecto, así soy".

¿Cuál sería su consejo para librarse de un mal marido?

Salir corriendo... Hay que hacerse de una fortaleza interior. Muchas...

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