Entrevista / Zakarías Zafra / 'Las mentiras conmueven'

AutorMiguel de la Vega

FOTO: CARLOS FIGUEROA

Las elecciones las ganan las palabras, pues en las urnas se vota por un discurso u otro, explica Zakarías Zafra, un poeta que analiza las campañas en función de lo que se dice en ellas. Dice que los políticos son como DJ's, y sugiere cómo combatir el odio en 2018.

¿Qué vale la palabra de un político?

El precio que impone el mercado de las encuestas.

¿En qué momento le perdimos el respeto, el valor, a las palabras?

El valor de las palabras se debilita cada vez que se las usa como simples utensilios de transmisión de mensajes y se descuida su dimensión simbólica para construir realidades. "Perder el respeto" me parece una frase peligrosa. Más que respeto, creo que hay que tener intimidad con las palabras. El respeto las aleja, las convierte en pedestales, y ahí, otra vez, se montan como estatuas, inalcanzables: Patria, Honor, Gloria, Pueblo, etcétera.

¿Se ganan elecciones con discursos?

Por supuesto. Y Venezuela es un claro ejemplo. Desde la madrugada del 4 de febrero de 1992 -cuando Hugo Chávez apareció en TV después del fallido golpe de Estado- hasta la noche del sábado 8 de diciembre de 2012 -cuando dio su última alocución al país-, se construyó una gran épica discursiva que sostuvo y sostiene al chavismo en el poder. Un gran bla-bla-blá heroico, hecho de palabras resemantizadas, desmemoriadas y mono- polizadas por un programa de gobierno. Las elecciones son también votaciones de discursos.

¿Qué hace que un político logre conectar con el electorado a través de sus palabras?

La capacidad de reconocer -y replicar verbalmente- los esquemas aspiracionales de la gente, el saber distinguir y reusar los patrones que guían las conversaciones públicas; una intuición para captar inquietudes populares y, en fin, una destreza para leer y reescribir las agendas comunes de la ciudadanía. Suena conspirativo, pero el político es un actor que compone y recompone su propio discurso a partir del output de las encuestas. En ese sentido, el político es un predicador y un DJ: intuye lo que la gente quiere escuchar y, en plan de agente ex-auditu, lo va poniendo en palabras.

¿Por qué es más fácil gritar build the wall que proponer una política coherente de inmigración?

Porque los discursos de negación al diferente, al extraño, son en el fondo más cómodos. La tolerancia es exigente. Requiere conocer, aceptar, incorporar prácticas, identidades, símbolos que muchas veces sacuden los propios. Antes de desmontar prejuicios y de emprender el...

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