Ernesto Diezmartínez / 'Complotea' al cine de acción

AutorErnesto Diezmartínez

En la cuarta temporada de 24, la paranoica serie televisiva post-11-09, Jack Bauer (Kiefer Sutherland) ya no sólo tiene que enfrentar a letales terroristas, despreciables narcotraficantes, empresarios corruptos, "malosos" infiltrados o estorbosos radicales, sino al gobierno mismo. O para ser más claro: a la inepta y pusilánime Presidencia imperial estadounidense. Al final del largo camino de esta ineludible teleserie del siglo 21, Bauer se ha convertido en el arquetipo más puro de la cultura americana: el duro, el solitario, el "cowboy", el auténtico "hombre de la frontera" que, en el fondo, desprecia a quienes defiende. Es Gary Cooper en A la Hora Señalada (1952), es John Wayne en Más Corazón que Odio (1956), es Clint Eastwood en Harry el Sucio (1972).

Todo esto viene a cuento porque es curioso que el escéptico mensaje de la patriotera serie 24 es muy similar al que transmite Búsqueda Desesperada, la más reciente película dirigida y escrita por el dramaturgo/guionista/cineasta David Mamet. Y apunto que es curioso porque Fox, la cadena productora de 24, no podría estar más alejada, ideológicamente hablando, de Mamet. Republicana y a la ultraderecha una, demócrata e izquierdista el otro, la Fox y Mamet están de acuerdo en algo que nosotros también podríamos (a)firmar: el liderazgo político está podrido, la corrupción y la incompetencia abundan, y el ciudadano de a pie se entera de todo sólo cuando el hedor llega a ser insoportable. Y aún así, en este último caso, los poderosos siempre encontrarán la forma de "pasar la página", como diría un clásico nacional reciente.

Scott (Val Kilmer, perfecto) es un agente secreto de elite que es asignado a rescatar a la hija del Presidente que, al parecer, ha sido secuestrada cuando sus guaruras la dejaron sola. Scott dirige la investigación y para ello tiene que saltarse una que otra regla, cual Jack Bauer en un episodio aún no grabado de 24, sólo para darse cuenta que, aunque el secuestro sí es real, "el compló" tiene raíces tan profundas que, en última instancia, no le queda más remedio que comportarse como un estoico soldado "espartano". Es decir, actuar por su cuenta.

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