Ernesto Diezmartínez / Lo mejor son sus 'efectos especiales'

AutorErnesto Diezmartínez

En definitiva, no es lo mismo Los Tres Mosqueteros que 20 cirugías después. Y menos aún si no se tiene a Paul Verhoeven detrás de las cámaras. La tardía secuela Bajos Instintos 2 (Basic Instinct 2, Estados Unidos-GB-España-Alemania, 2006) nos muestra a la mantis humana Catherine Trammel (Sharon Stone, con rostro estirado) ubicada en el Londres contemporáneo, donde su presencia sigue causando bajas mortales entre hombres, mujeres y puntos intermedios que hayan tenido contacto sexual con ella.

La trama es un inepto pastiche de la original Bajos Instintos (Verhoeven, 1992), a su vez el mejor pastiche hitchcockiano de los 90 con una Sharon Stone que ganó la celebridad instantánea por la cruzada de piernas más famosa en la historia del cine.

Por supuesto, en esta continuación, a casi tres lustros de distancia, no hay una sola escena que pueda causar un interés similar (¡lástima, Margarito!) y, menos aún, nada del vigor narrativo del mejor y más sensacionalista Paul Verhoeven, quien declinó, inteligentemente, dirigir esta ridícula secuela.

En Bajos Instintos 2 Trammel trae hechos locos a un psicólogo forense (David Morrisey, aburrido) y a un policía corrupto (David Thewlis correteando la chuleta), quienes creen que la escritora es la culpable del asesinato de un futbolista, un periodista, la mujer de éste y un prostituto, todo por el simple deseo de ella de "vivir en el riesgo y en el peligro".

Por supuesto, a los hacedores de este...

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