Ernesto Diezmartínez / Se hace camino al andar

AutorErnesto Diezmartínez

Las palabras que aparecen al inicio de Camino a la libertad (The Way Back, EU, 2010), el más reciente largometraje del veterano cineasta australiano Peter Weir, nos niegan la posibilidad del suspenso.

Se nos informa que en 1941 tres hombres llegaron a la India después de viajar 6 mil 400 kilómetros, pasando por Siberia, Mongolia, China y el Tíbet... y a pie.

Así pues, cuando ha transcurrido media hora del filme y siete prisioneros políticos huyen de un campo de concentración en Siberia -luego se les unirá una adolescente solovina-, sabemos de antemano que sólo tres de ellos sobrevivirán. No sabemos quiénes, pero sí cuantos. Y, de todas formas, es emocionante seguirlos.

Weir alterna la fotografía de los enormes espacios abiertos -las nieves rusas, el desierto de Mongolia, las montañas tibetanas- con otro paisaje más cercano y más humano: el rostro de sus actores. En este sentido, los surcos que cruzan la cara de Ed Harris (quien interpreta al seco americano Mr. Smith) le ganan la partida al inabarcable desierto del Gobi o al verdor de los campos indios.

Basada en una novela semiautobiográfica que relata la huida de un puñado de prisioneros (un americano, un ruso, un letón, varios polacos) de cierto Gulag estalinista en 1940, Camino a la libertad tiene el regusto de un filme hecho a la antigüita, muy en la veta de David Lean.

Por lo mismo, Weir corre el riesgo de aburrir a una parte del respetable que no está acostumbrado a un cine épico que, al...

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