Ernesto Diezmartínez / Ni aunque la muerte los separe

AutorErnesto Diezmartínez

A lo mejor es una maldición. Y si es así, ojalá que sólo sea aplicable a Hilary Swank. Me explico: después de ganar no uno sino dos premios Óscar, esta joven actriz ha aparecido en churro tras churro, sin descanso, sin recato. Esperemos, insisto, que sea una maldición personal y que no le pase lo mismo a Daniel Day-Lewis: nomás falta que en un par de años lo veamos protagonizar algo como "300 II: La Revancha".

Pero volvamos a Swank. Después de obtener su segunda estatuilla con Golpes del Destino (Eastwood, 2004), la actriz ha tenido una larga temporada en el purgatorio: apareció como risible femme-fatale en la fallidísima La Dalia Negra (De Palma, 2006), como maestra milagrosa en la archiconvencional Escritores de la Libertad (LaGravenese, 2007), como escéptica universitaria en la incoherente cinta de horror Prueba de Fe (Hopkins, 2007) y, ahora, como una dolorosa y manipulada viuda alegre en la inverosímil y soporífera P.D. Te Amo (P. S. I Love You, EU, 2007).

Después de un aceptable prólogo en el que vemos a Swank y Gerard Butler felizmente casados -se tiran con zapatos, se hablan a gritos, se corren mutuamente del departamento en el que viven para luego tener mucha pasión y mucho sexo-, nos enteramos que, de repente, todo se fue a la goma: Butler se murió y la joven viuda se queda sola, deprimida y sin bañarse.

Pero si esto...

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