Es Ana un duende milenario

Diminuta y delgada, con su barbilla puntiaguda y sus ojillos chispeantes, Ana Torroja parece un duendecillo milenario, en paz consigo misma y con el resto del mundo, que canta y baila con vocecita infantil y desparpajo de colegiala.

Tan moderna como siempre, lleva el pelo largo con rabitos de crazy color.

Ana Torroja rebosa calor humano. Ella es así: buena chiquita, normalita, poca cosa, poco ambiciosa y nada diva

- ¿Qué queda de la Ana Torroja de 1981?

"Pues no lo sé. De aquella chica de 1981 queda muy poquito. Miedo todavía queda, a no saber lo que va a pasar con algo que haces con mucha ilusión y de lo que estás muy seguro, pero luego depende de la gente".

- En 1981, cuando empezaste, también estaba cambiando todo mucho.

"En 1981 estaba cambiando, lo que pasa es que nosotros evolucionamos un poco con el cambio. Ahora es todo mucho más rápido. En cierto sentido, yo casi considero este disco el primero, porque, como hubo el lapsus por la reaparición de Mecano, creo que hay gente que ni siquiera sabe que yo había grabado un disco. De aquella chica yo sigo esperando cosas, y la ilusión siempre queda".

- No hubiera imaginado nunca que ibas a ir de solista. Espero que no te siente mal.

"No eres la única. No, yo tampoco, je, je. Puede parecer que yo espero sentada a que ocurran las cosas, y no es así; pero es verdad que, a veces, pasa el tren y yo me subo, pero tengo que estar ahí, porque el tren no espera. Nacho empezó a hacer su disco en solitario y yo veía que eso iba para largo y que Mecano no iba a hacer nada".

- Es que no tuviste una despedida oficial; simplemente se fue diluyendo la cosa, ¿no?

"No, es que se acabó la última gira y yo acabé mal de la voz y de la cabeza, je, je, y entonces me aconsejaron un descanso largo y me escapé por dos años. Estuve fuera. Durante esos dos años no quería hablar ni saber nada de música ni de Mecano. Nacho vivía en el mismo edificio que yo. Estábamos en Nueva York y continuamos teniendo buena relación. Hasta que empezó a picarme el gusanillo. Tenía que hacer algo ¿Qué? Se lo comenté a mi manager y le pareció una idea muy buena, pero fue muy raro, porque ni siquiera en la compañía estaban convencidos de que yo pudiera hacer algo sola. Era como si todo el mundo estuviera así: 'Bueno, vamos a hacerlo, a ver qué sale'".

Hubo un tiempo en el que estaba bien visto parecer amenazador, ibas de cuero de los pies a la cabeza, aunque luego hicieras una música de lo más saltarina y juguetona.

"Es verdad, pero eso...

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