Es su público quien marca la diferencia

AutorMauricio Hammer

El músico de concierto, de música "seria", aspira al silencio, a la quietud.

Su anhelo sería que nada ni nadie contaminase su sonido. Querría una audiencia silente, muda. Si ello fuera dable, que ni siquiera respirara.

En los conciertos de rock la gente va y viene, baila, brinca, grita, platica, fuma, se besa, se droga, bebe, vacila, levanta las manos, prende encendedores, se lanza sobre la gente y hasta se golpea. Y esto no es problema: la música es tan poderosa que lo cubre todo.

Un concierto de rock es una fiesta, una romería.

En los conciertos "serios" reina un código de vestimenta: gana el más elegante, el más propio, el más fino, el más discreto.

En los conciertos de rock gana el más extravagante, el más fachoso, el más rockero.

Hablamos, pues, de dos universos opuestos, alternos y aparentemente irreconciliables que, sin embargo, a veces se encuentran. Tal cosa sucedió aquí en la Ciudad de México apenas hace un par de semanas cuando casi coincidieron dos rockeros (o poperos) británicos que no precisamente se cuecen al primer hervor: Eric Clapton, de 56, y Elton John, de 54 abriles, respectivamente.

Aunque a estos conciertos asistieron muchos chavos, es un hecho que la mayoría del público pertenecía a eso que los publicistas denominan con el irritante epíteto de "adultos contemporáneos".

¿Quién sino estos prósperos ejecutivos, estos jóvenes profesionistas, estos desahogados yuppies, es capaz de pagar los mil 900, mil 500 o 500 pesos por boleto, más estacionamiento, chelas, souvenirs, etcétera, que implica asistir a un concierto en estos tiempos de crisis?

Y es precisamente aquí donde se juntan los mundos opuestos. Porque en los conciertos de estos últimos días, más que la locura, el escándalo y el desmadre propios del rock, lo que ha imperado, lo que normó, es la compostura. Nada de desorden, nada de escándalos, nada de violencia. Todo el mundo se comportó perfectamente bien.

Claro que aquí, de nuevo, se impone una dicotomía. Una distinción: porque así como no son lo mismo los acordes blueseros de la guitarra de Clapton que las notas poperas del piano de Elton, tampoco son iguales del todo los amantes de "Slow Hand" y los fanáticos de Sir Elton.

Clapton, nos la debías

Eric Clapton comenzó a existir musicalmente en 1963, cuando sustituyó a Antony Topham en los Yardbirds. Ello significa que llevaba postergando su visita a nuestro país casi 40 años. Cuatro décadas que lo vieron elevarse desde su efímero paso por el mítico grupo británico...

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