Escalera al Cielo

AutorSergio González Rodríguez

Retrato de Herralde

Es posible pensar que el libro Flashes sobre escritores y otros textos editoriales (Solar/ Ediciones del Ermitaño) además de presentar instantáneas o viñetas, expone un retrato nítido de su autor, Jorge Herralde, fundador y director del sello Anagrama, el más distinguido en lengua española. En sus páginas aparecen los gestos y hasta las manías de algunos, pero, sobre todo, se refleja allí la sensibilidad de su autor. Asombra hallar en la lectura dos certezas inmediatas: en primer lugar, el hecho de que para la mirada herraldiana los libros son como personas y las personas encarnan en forma de libro; en segundo lugar, se transparenta una sensibilidad entrelazada con la experiencia del viaje.

Así, los libros y las personas son las facetas que adquiere la aventura nómada de editar, donde lo convivencial, el trato de frente, la búsqueda constante explicitan el sentido de un trabajo que se funda en una palabra clave: entusiasmo.

Claro está que este concepto se ubica muy lejos de la candidez y el desvarío al que por regla general se le reduce. Remite más bien a una inteligencia que nunca ha perdido de vista el placer y el juego. El gusto de Herralde no sólo se transparenta en las obras que publica, sino que se reescribe en ellas. Por ejemplo, cuando habla de Margo Glantz, precisa: "empecé a disfrutar más demoradamente de la conversación con Margo y de su peculiar sentido del humor, inesperado, a menudo extravagante, surrealista, e incluso un tanto chiflado, es decir, el género del humor que prefiero".

La afinidad excepcional del editor que se transforma conforme crecen sus autores, u obtienen reconocimiento, habla de una tendencia a personalizar la tarea editorial por encima de lo rutinario, en particular, en una época que premia lo contrario: las relaciones impersonales, deshumanizadas, insertas en procedimientos supraindividuales de alcance global y de cariz unánime, y que al final sirven para encubrir lo pésimo. Contra estos males, proclives a la idolatría cuantitativa, Herralde aplica la revaloración de la calidad literaria. Esto provoca que el editor vaya en busca constante de novedades, que tenga las antenas bien puestas, que se dedique a seleccionar entre los lanzamientos bibliográficos en otras lenguas, o entre las ofertas incesantes de los escritores iberoamericanos, aquello que lleva el signo de lo perdurable.

Se podría decir que cualquiera que se dedica a ser un editor profesional posee semejante cualidad. Acaso sea...

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