Escalera al cielo / Los bigotes de Siqueiros

AutorSergio González Rodríguez

Mientras Berlín día tras día esmera sus recursos para mantener vigente la memoria de lo que ha sido (su pasado romano-germánico, prusiano y moderno) y multiplica la propia memoria en general (el Museo de Pérgamo, la República de Weimar, la Segunda Guerra Mundial, el Museo Judío, El Muro...), la capital mexicana parece darle la espalda a su anterioridad, basta ver las huellas de la incuria ante su patrimonio histórico, artístico, cultural.

Y si Berlín ha sabido resguardar su carácter contra el empeño de actualizarse, en la Ciudad de México sólo quedan vestigios de su raigambre lacustre, de su linaje prehispánico, de su entereza colonial, de la urbe moderno-cosmopolita del siglo XX, sus leyendas, mitologías y personajes. Por ejemplo, ha destruido su circuito de cantinas tradicionales.

A falta de las historias y sus vínculos con las calles, las plazas, los edificios y las personas que las poblaron o las pueblan, no sólo ha surgido e impuesto una ciudad impersonal, sino que se ha generalizado el desapego de la gente frente a su propio entorno. La amnesia y la ignorancia se imponen: en lugar de que la ciudad sea unidad en lo vivo y lo memorioso, se vuelve una construcción ajena, distante, sujeta al desprecio o al olvido.

Por fortuna, los libros son una reserva al respecto. Acaba de publicarse Eitingon. Las operaciones secretas de Stalin en México (Debate), del historiador Juan Alberto Cedillo, que recupera uno de los episodios de mayor interés en el siglo 20 mexicano: las andanzas del jefe de inteligencia de Stalin en México, Leónidas Aleksandrovich Eitingon, que implicaron no sólo planear y ejecutar a Trotsky, sino urdir operaciones clandestinas con agentes nazis e indagar los secretos del Proyecto Manhattan y la bomba atómica de Estados Unidos.

Al leer el excelente y documentado libro de Cedillo, suerte de novela de espías, volví a la intuición que tuve en Berlín: perdimos carácter porque hemos perdido memoria y, sobre todo, hemos destruido nuestra capacidad de aplicarla a favor de la mejoría desde el conocimiento, de su práctica flexible y lúdica al optar por la solemnidad y el mausoleo, el mármol y la grandilocuencia, la moralina y lo vacuo. El nivel humano se nos niega.

Cedillo consigna la Operación Pato para asesinar a Trotsky maquinada por Eitingon, que más bien lució como una obra del director de cine Juan Bustillo Oro al modo de Ahí está el detalle, con Cantinflas, que se estrenaría justo aquel mismo año de 1940. En el...

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