Escalera al cielo / Capitalismo gore

AutorSergio González Rodríguez

El ensayo actual ya no está donde solía estar: en aquella inmovilidad escultórica donde el lector@ podía aproximarse a él, o bien mantener una distancia equis, pero que al mismo tiempo le permitía rondar alrededor de un texto y tratar de imitar sus contornos, bailar un vals y luego irse a dormir para soñar en la grandeza de lo leído, en sus enseñanzas canónicas.

El ensayo, hay que decirlo de nuevo, se lo llevaron a otra parte. Algunos extrañarán la inmortalidad de la letra que está lejos de sentir ganas de moverse. ¿Dónde quedaron aquellos ensayos que eran, como reza la definición antológica y modosa, "una meditación escrita en estilo literario, literatura de ideas que, muy a menudo, llevaba la impronta personal del autor"? Para reírse a carcajadas, desde luego.

En los últimos años, el ensayo se bajó del pedestal, se apropió de los saberes académicos, se brincó las rejas de "lo literario" y se fue a poner casa aparte del ensayo, es decir, del viejo ensayo que asume sus carencias conforme cita la tradición, la autoridad, el diccionario de los saberes pasados, esa degradación ridícula y engolada que vive del estatuto del perpetuo epígono y de las caravanas con sombrero ajeno. Oh, ah, uh!, el remilgo, el asco, el desdén contra lo que desafía las certezas heredadas.

El ensayo ya se desplazó a velocidad vertiginosa y ahora pueden leerse muestras extraordinarias de su mutación, como es el caso del libro de Sayak Valencia (1980) titulado Capitalismo gore (Melusina, 2010), que fue distinguido por el blog literario Estado Crítico como la mejor obra de ensayo publicada el año pasado en España. La autora, poeta y ensayista, es originaria de Tijuana y se doctoró en filosofía y teoría crítica feminista en la Universidad Complutense de Madrid.

Capitalismo gore se enfrenta a un desafío: plantear una explicación tan integradora como proteica, tan refinada como monstruosa de la realidad ultracontemporánea y sus dispositivos estratégicos. Una tarea que busca desarmar y rearmar la morfología y funcionamiento del mundo en el que vivimos. Su propósito es ahondar en el reverso de las apariencias, hurgar en lo oculto, lo abyecto, lo obvio y lo obtuso con el fin de elaborar una teoría perversa sobre los costos de la biopolítica como forma de dominio, explotación, control y vigilancia, y sobre la necropolítica, que sería un grado más de barbarie: la soberanía de dictar quién merece vivir y quién debe morir.

Si el eco de los conceptos de Michel Foucault, Gilles...

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