Escalera al cielo / Desarquitectura

AutorSergio González Rodríguez

Hacia el amanecer, Robert Smithson (1938-1973) acostumbraba tener los mejores sueños: caminatas a tientas en mundos ajenos y, al mismo tiempo, propios, llenos de un afecto irrenunciable, por intrigantes: obras en clave con mapas, diagramas, espacios vacíos, números, columnas, pórticos y calles donde construcciones antiguas se sometían a la vegetación tenaz. Una mañana, al despertar, mantuvo en vilo su memoria la idea de una secuencia de ritmo inconcluso: buscó en la estantería de sus libros la edición de Penguin de El Aleph, de Jorge Luis Borges.

Mientras buscaba el libro, se disolvían poco a poco en su mente los rasgos de su paseo en medio de ruinas que le recordaron las líneas del cuento "El inmortal", que halló al fin y repitió en voz alta: "esta Ciudad (pensé) es tan horrible que su mera existencia y perduración, aunque en el centro de un desierto secreto, contamina el pasado y el porvenir y de algún modo compromete a los astros". Enseguida, se desplazó a su mesa de trabajo y, en un cuaderno, comenzó a escribir con un lápiz su ensayo "Entropía y los nuevos monumentos". Ignoraba que, años después, en la Península de Yucatán, en México, hallaría la mejor muestra viva del tema.

Aquel sueño, aquellas palabras, aquel ensayo sobre el desgaste y las piedras reaparecerán en Hotel Palenque (1972), una obra magnífica de fotografías y textos alternos, que meses atrás publicó en español el sello Alias (que dirige Damián Ortega bajo el cuidado editorial de Sara Schultz), y al que se debe una de las mejores colecciones de textos no venales que se hayan publicado en lengua española sobre los procesos creativos de figuras del arte contemporáneo. La edición de Hotel Palenque recupera la plática que ofreció Smithson en la Universidad de Utah un año antes de morir en un accidente aéreo.

En Hotel Palenque se observa un estudio de caso de un edificio del sureste mexicano que ejemplifica lo que Smithson denomina "desarquitecturización", una práctica contra el suelo que se funda en lo "in-diferenciado", espacios contiguos que carecen de centro y funcionalidad, sin casi puntos de apoyo, inconclusos. Un suspenso construido de ladrillos, cemento, varillas, rampas, escaleras, materiales hechos para la fugacidad. La incertidumbre vasta. Smithson distingue detalles en los que la mano humana ha desaparecido para dejar sólo rastros de una gramática capciosa: lo abierto en el espejo de sí mismo, algo semejante a lo que intentó Edward James en Xilitla años antes.

Al...

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