Escalera al Cielo / El edén de Rossi

AutorChristopher Domínguez Michael

Edén, la novela autobiográfica de Alejandro Rossi, ocuparía un lugar, si se tratase de colocarla en un mapa imaginario, a la vez cercano a El solitario Atlántico (1958), de Jorge López Páez, y contiguo a Elsinore (1987), de Salvador Elizondo. En el primer caso, Rossi creció en aquel México literario de los años 50 donde la búsqueda de la infancia perdida (y a menudo encontrada en el Edén subvertido provinciano) era uno de los horizontes novelescos a alcanzar, como ocurre en la mínima odisea del niño que López Páez lleva, de la mano de su padre, a conocer el mar. Pero el tiempo pasó y Rossi se concentró en otras cosas, en su formación filosófica y, más tarde, en la escritura de ensayos magníficos y de relatos singulares. Fue en Plural y en Vuelta donde Rossi se encontró con sus estrictos contemporáneos, con narradores como Juan García Ponce y Salvador Elizondo, y al cabo de un tiempo largo, a sus 74 años, Rossi publica Edén, el libro donde delimita, lampedusianamente, el tamaño de su provincia, un mundo ancho pero no ajeno, donde Florencia, Caracas, Buenos Aires siempre están al alcance de la mano. Mientras que Elizondo prefirió la máxima concentración poética e hizo de su infancia, en Elsinore, un solo episodio, fulgurante y onírico, Rossi se decidió por el romance, que en una de sus acepciones anglosajonas equivale al cuento de hadas. Alex y Félix, los hermanos que protagonizan Edén (FCE, 2006), viven esos años irreales o sobrenaturales que separan la infancia de la adolescencia, de tal manera que, cuando el relato termina, lo que comienza es la novela de formación.

"Vida imaginada" es el subtítulo que Rossi escogió para hacer hincapié en el carácter novelesco de un libro nobilísimo en cuyo elenco aparecen el padre distante y protocolario, la madre omnipresente y fatal, los maestros republicanos, el tío comunista o los discretos desterrados argentinos entre los que destacará Bettina, la mujer inolvidable en su carácter de iniciadora, en una escena cuya sensualidad, un tanto cinematográfica, es uno de los más señalados logros artísticos de Edén, una novela que en otra época habría sido catalogada, a su vez, como una novela edípica. Yo preferiría asociarla a la meditación sobre el incesto como polo del amor, tal como lo llamó Tomás Segovia, otro de los contemporáneos de Rossi.

Los impertinentes hermanos Rossi en Edén me recuerdan a los niños de Otra vuelta de tuerca. La comparación es caprichosa y probablemente insostenible, pero así...

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