Escalera al cielo / Memoria y verdad

AutorSergio González Rodríguez

Si me dicen que hay que pensar la muerte, pienso en la vida. Cuando por iniciativa de Juan Villoro, El Colegio Nacional convocó a un encuentro interdisciplinario para reflexionar en torno a la muerte, y fui invitado, el tema empezó a rondar en mi cabeza.

En el último cuarto de siglo, México se ha hundido en una espiral descendente que ha traído consigo no sólo violencia, inseguridad, miedo, impunidad, crisis institucional, anomia, entre otras adversidades, sino que ha desatado un efecto contrario a la convivencia al crecer las polarizaciones y fragmentaciones en la propia sociedad.

El ánimo colectivo oscila entre la invariabilidad del sistema político, postura que mantiene su rigidez autoritaria, y el deseo anarquizante de acelerar la caída del régimen actual, que incluye el impulso de destituir, la fe insurreccional, etcétera. Bajo estos extremismos, las zonas intermedias, externas, transversales, donde alienta el pensamiento crítico y las alternativas de mejoramiento institucional, lucen poco a poco proscritas. El partidismo o defensa de causas irreductibles y la lógica de poder versus el contra-poder han llegado a lindes delirantes.

Lo más significativo está en el auge de la emotividad expansiva, donde el deseo de reflexionar se ve desplazado por la visceralidad y el rechazo del que piensa distinto.

Me ha tocado atestiguar en otras personas una conducta frecuente cuando describo el estado de cosas en el país: observan la realidad como si sólo se tratara de ver un escenario "optimista" o uno "pesimista". Al exponer la realidad tal cual, mi perspectiva suele etiquetarse como pesimista. A menudo me he permitido recordar el criterio de Giorgio Agamben: ni el optimismo ni el pesimismo sirven para reflexionar.

Claro está, frente a situaciones difíciles, la gente prefiere escuchar buenas noticias, lo cual es aprovechado por los responsables de hacer que las cosas vayan en forma correcta para simular mejorías, o para ofrecer simples cambios de estatuto o procedimientos como si se tratara de verdaderos avances.

La defensa de la vida y la cultura se funda en el conocimiento. Pero ahora predomina el voluntarismo, propulsado por la comunicabilidad compulsiva de las nuevas tecnologías, plataformas, redes, sistemas y dispositivos, que actualizan la advertencia que Oscar Wilde hizo más de un siglo atrás: en un diálogo entre personas de diferente nivel educativo, la interlocución se dará en el nivel más bajo. Algo nada nuevo en la historia humana.

Lo...

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