Escalera al cielo / El misterio de los mexicanos

AutorChristopher Domínguez Michael

Con la filosofía de lo mexicano, dada su doble naturaleza de asunto ontológico y de obsesión intelectual, uno nunca termina. Finalizando la lectura de Mañana o pasado. El misterio de los mexicanos (Aguilar, 2011), de Jorge G. Castañeda, me es evidente que tanto mayor insatisfacción y dolor provoque México, más tentador será seguirse ejercitando con la ontología nacional, propia de países que se creen condenados a la eterna adolescencia y no de viejas naciones que disfrutan largas decadencias, achacosas quizá, pero colmadas de satisfacciones y de honores.

Tautológicamente, que Castañeda traiga otra vez el asunto a la mesa, prueba que las cosas no andan bien, pues el progreso suele convertir las averiguaciones ontológicas en curiosidades bibliográficas y confinar a la interrogación nacional, género hispanoamericano como ninguno, a la literatura.

El asunto regresa cíclicamente. Cuando se creyó fracasada a la Revolución mexicana y gesticuladores a los políticos que gobernaban en su nombre, apareció Rodolfo Usigli (con El gesticulador, tempranamente, en 1938) y, tras él, los filósofos del grupo Hiperión. Luego, Octavio Paz en dos momentos: con El laberinto de la soledad (1951, 1959) y después de 1968, con Posdata.

Y la impaciencia ante una transición democrática que nunca acababa de comenzar produjo -entre otras cosas- La jaula de la melancolía (1987), de Roger Bartra, donde se postulaba que el carácter nacional era una construcción ideológica (compleja, elusiva, imaginaria) a modo del dominio de quienes habían construido al Estado tras la Revolución.

Sólo la democracia, aseguraba Bartra, podía desmontar a la mexicanidad, una rémora de caracteres históricos de los que era menester privarse junto con el nacionalismo autoritario que los justificaba y sacaba provecho de ellos.

Castañeda considera correcta esa caracterización y la confronta con la década que llevamos de alternancia democrática.

Es generoso con Bartra -el último de los clásicos de la mexicanología y acaso, también, nuestro último marxista-, reconociendo su deuda con él; no lo es tanto Castañeda con Carlos Monsiváis, cuya idea del cantante Juan Gabriel como postmoderno y postmexicano tomó sin citarla, ni con Daniel Cosío Villegas, crítico de la monarquía sexenal priista que tampoco aparece mencionado en Mañana o pasado.

Del libro, lo más fecundo es su hipótesis de que la violencia mexicana, desde 1910 hasta 1968 e inclusive hoy día, es un espantapájaros, un quid pro quo respaldado con...

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