Escalera al cielo / Psicopatías ocultas

AutorSergio González Rodríguez

Si se estima que al menos entre el 0.5 y el 1.5 por ciento de la población masculina en toda época y culturas puede ser considerada psicópata, es decir, personas que carecen de re- gistro emocional, ¿cuántos psicópatas hay ahora en México? Cientos de miles. Algunos criminólogos afirman que existen 900 mil psicópatas, en su mayoría libres, y que se conducen con plena normalidad en su conducta cotidiana.

Por razones "misteriosas", el fenómeno de la psicopatía es casi exclusivo de los hombres, aunque se presentan casos de mujeres psicópatas. Por ejemplo, así se presume con la adolescente de Chihuahua que, en 2013 y en ausencia de toda influencia afectiva, mató e intentó incinerar a sus padres adoptivos. La Lizzie Borden mexicana.

Aquel pensamiento resonó en mi mente porque el prestigiado penalista español Manuel Cancio Meliá ofreció en abril pasado una conferencia sobre el tema en el Instituto de Investigaciones Jurídicas, la cual me perdí por estar fuera de la ciudad. Por fortuna, ya conocía yo lo básico de su postura al respecto, que se halla contenida en su excelente artículo "Psicopatía y derecho penal: algunas consideraciones introductorias", en el que defiende una tesis sólida: es incorrecto alegar que, dado que el psicópata está incapacitado para registrar emociones propias o ajenas, se derrumba el concepto de culpabilidad (http://www.fder.edu.uy/contenido/ penal/cancio.pdf).

Por el contrario, defiende Cancio Meliá, si bien un psicópata carece de sentimientos, sí sabe diferenciar entre lo que está permitido y lo que está prohibido en términos de la ley, por lo que la culpabilidad persiste como un concepto aplicable a quien padece psicopatía y no se le puede eximir de algún delito por la idea de que es un enfermo mental.

En enero de este año comenzó a difundirse la miniserie de televisión The Lizzie Borden Chronicles, protagonizada y producida por Christina Ricci, que reinventa la historia de Lizzie Andrew Borden (1860-1927), joven de Nueva Inglaterra quien se cree asesinó en 1892 a golpes de hacha a su madrastra y a su padre, y salió libre, pues no se pudo comprobar su culpabilidad en esos crímenes.

La serie retoma detalles auténticos, como el gusto por las mujeres que sentía Lizzie Borden, al igual que maquina la presencia convergente de Charlie Siringo (1955-1928), el legendario detective privado de la agencia Pinkerton, quien con su vida y narrativa en torno del Viejo Oeste y el papel del Detective Vaquero, ha influido a más de uno...

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