Escalera al Cielo / Relanzar la literatura

AutorSergio González Rodríguez

Entre los asuntos pendientes por resolver en el ámbito cultural con motivo de las recientes elecciones, algunos intelectuales mexicanos han subrayado en la prensa dos de ellos que implican el mejor desenvolvimiento de nuestras letras.

Por una parte, como declaró Fabio Morábito, es necesario atender la creación de lectores; por otra, como afirmó Daniel Sada, se requiere fomentar desde las instituciones culturales la difusión de la literatura mexicana hacia el exterior, en particular, a través de programas intensos de traducción de los escritores mexicanos a otras lenguas.

Ambos aspectos se vuelven prioritarios cuando la lectura y el libro en nuestro País se ven dominados por los intereses de las grandes multinacionales de la edición, quienes imponen su poder lo mismo en el mercado abierto que en las políticas de adquisición de libros para bibliotecas y aulas oficiales, esa porción importantísima y semioculta de los negocios editoriales.

La industria del libro en México publica diversos autores de calidad, pero le da salida también a muchos de escaso valor que sirven de complemento a las políticas mercantiles planeadas desde criterios metropolitanos.

De hecho, en las grandes multinacionales, los autores "literarios" son secundarios respecto de los "comerciales", y se les mantiene en un perfil inferior, carentes de recursos promocionales y apoyos de los que sí disfrutan los segundos.

Este tipo de conductas llevan a que escasee el esfuerzo de consolidar obras y trayectorias, ya no se diga descubrir nuevos talentos, y en cambio prevalezca el empeño en torno de lo ya reconocido o explotable hasta el agotamiento con autores de éxito que llegan a publicar, en uno o varios sellos, más de dos o tres libros al año, bajo el engañoso quehacer que dice que dinero llama a dinero, o fama celebra fama. Algo que a veces se cumple, pero muchas otras no.

De allí la pertinencia de lo que Morábito y Sada han señalado: sin el desarrollo del público lector hacia dentro y fuera del País, la literatura mexicana corre el riesgo de convertirse en única y gran consumidora de autores extranjeros, a los que siempre se mirará y admirará como la cima de lo deseable mientras los mexicanos se consolidan, sin reparo en su calidad, como productos secundarios, residuales o parasitarios de los intereses de las grandes multinacionales de edición.

De hecho, a menudo se escucha entre personas ilustradas comentarios peyorativos acerca de los autores y obras mexicanos, incluso se...

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