Escalera al cielo / Revueltas: la cárcel

AutorChristopher Domínguez Michael

Contra lo que dicen algunos inadvertentes a quienes les ha tocado comentar el centenario del nacimiento de José Revueltas (1914-1976), el novelista no pasó la mitad de su vida en la cárcel sino menos de un lustro.

(Seis meses en la correccional de menores en 1929, cinco meses en las Islas Marías en 1931 y otros nueve en 1934, y en Lecumberri de noviembre de 1968 hasta mayo de 1971).

Pero un hombre hipersensible como Revueltas, con una idea profunda del tiempo originaria de la heterodoxia cristiana que hace eterno el sufrimiento no sólo por su duración sino por su profundidad, la cárcel no sólo lo marcó desde la adolescencia sino que se convirtió, junto con la herejía, en el tema central de su obra literaria. Releerla de principio a fin permite comenzar con Los muros de agua (1941) y terminarla con El apando (1969), sin olvidar que aun saliendo de la cárcel a la que había sido nuevamente remitido tras Tlatelolco, Revueltas escribió aún un puñado de cuentos extraordinarios, amén de lo más interesante de su obra política.

Del penal oceánico de las lslas Marías al llamado Palacio Negro de Lecumberri, Revueltas hizo de la condición carcelaria y concentracionaria, la geografía por donde corre su prosa. He leído por tercera vez Los muros de agua y acaso sea la última vez que lo haga. Es una de las mejores primeras novelas escritas por un escritor mexicano, imprecisa como narrativa y a veces hasta inepta en la forma en que Revueltas desperdicia los momentos capitales de esa historia única, la de cinco comunistas llegando a las islas no a encontrarse con su propio heroísmo sino con un tema central en el universo religioso del novelista. Harán del sufrimiento, la felicidad; no anulándolo sino mediante una suerte de encarnación. Los muros de agua, abundantes en expresiones decisivas que ya no abandonaron su escritura, son una versión del purgatorio, el retrato acabado de una mujer (la camarada Rosario), una de las primeras novelas mexicanas donde aparecen lo mismo el lesbianismo que la drogadicción y un mentís al realismo socialista que Revueltas oficialmente profesaba: el destino de los comunistas no está en existir como héroes positivos sino en vivir en compañía de los condenados de la tierra que para el novelista, más dostoieskiano que leninista, no eran los obreros industriales sino los criminales de toda laya.

Todo esto ya se sabe: Los muros de agua es una distopía y será la agonía de Revueltas en las tinieblas de la ortodoxia comunista...

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