Escalera al Cielo / Las trabas al libro

AutorSergio González Rodríguez

Ante la fuerza que trae consigo la revolución tecnológica en la vida cotidiana, allí donde se conectan lo público y lo privado, lo doméstico e individual con lo supraindividual y colectivo, y que ahora emblematiza el triunfo del artilugio personalizado para escuchar música selecta, el libro y la lectura contemplan un panorama difícil, sobre todo, en lo que afecta al fomento y consumo de la letra impresa.

El problema registra aspectos lo mismo de las instituciones culturales que atienden las bibliotecas y los programas de defensa y mejoría de la lectura, que las realidades de un entorno económico adverso, o las relativas a las condiciones en las que el libro se produce, se difunde, o se distribuye, exhibe y se vende.

Semanas atrás, con motivo de la discusión acerca de la nueva ley para el fomento del libro y la lectura, los opositores a ésta tendieron a descalificar las posibles ventajas de aquella propuesta, por ejemplo, el llamado precio único y los beneficios de tal medida en otros países como España, para defender un estado de cosas. Se llegó a expresar que, en aras de lo improbable, se atacaba y buscaba desarticular lo que funcionaba "bien y eficientemente".

Desde luego, se invocó la inobjetable primacía de las leyes del mercado y otros prejuicios o artículos de fe en verdad impresionantes con el fin de alertar el desastre que vendría de ponerse en marcha semejantes reformas legislativas.

Claro está que, detrás de aquel catastrofismo, hablaba el interés de parte, explícito por diversos voceros, de combatir cualquier amenaza a una situación que, en términos generales, y bajo la premisa de funcionar "bien y eficientemente", resulta idónea para un grupo de poder que se ve favorecido por la situación actual, y que tiene dos ejes estratégicos: el descuento especial y las novedades editoriales de grandes transnacionales.

Asimismo, y al darse esta encrucijada entre grandes corporaciones editoriales y mercantiles, se privilegian los intereses promonopólicos, al menos, de clara índole excluyente. La red de conveniencias que allí se urde alienta prácticas y conductas que están muy lejos de ser buenas y eficientes para el interés general. Un caso de lo más cuestionable al respecto es la política de censura, o de marginación, en el mejor de los casos, de sellos editoriales, autores y obras que, por motivos "políticos", "morales", "estéticos" o de "respeto a estándares de calidad" se ejerce en grandes cadenas con puntos de venta de libros y...

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