La Escena / El último dolor

AutorFernando de Ita

Desde la orilla del sistema, Eduardo Ruiz Saviñón y Guillermo Henry celebran el centenario de Samuel Beckett en el Teatro de la Paz, de la UAM, con el montaje de La última cinta de Krapp, una pieza ejemplar del universo becketteano, de la que su autor hizo diversas versiones y dirigió en una memorable ocasión en 1971. Digo que desde el margen del aparato oficial de producción, porque tanto el director de escena como el actor son piedras rodantes que no han encajado en el engranaje de becas y presupuestos públicos; el primero porque comparte con su tocayo, el compositor Eduardo Soto Millán, el mayor número de rechazos al Sistema Nacional de Creadores; el segundo porque jamás ha querido estar en esa postura.

Hubo un tiempo en el que Ruiz Saviñón tuvo la sartén por el mango, como miembro de la corte de Héctor Azar, el tremendo cacique del teatro institucional de los años 60. La caída de su maestro en 1972 lo dejó en la lista negra de Héctor Mendoza, y sólo pudo salir en la foto cuando Hugo Gutiérrez Vega se hizo cargo del teatro universitario. En ese periodo, "Lalo Ruin", como le dicen sus detractores, comenzó a desarrollar un teatro de suspenso y horror que bautizó como Teatro Gótico. Con todo respeto, debo agregar que muchas de sus obras fueron de suspenso, pero también de horror artístico.

Guillermo Henry fue parte de la generación del CUT que se rebeló a la autoridad de maese Tavira y formó el colectivo Vámonos Recio, que dejó su huella en el libro fantasma del teatro disidente. Su pasión por el rock lo llevó a Radio Universidad, en donde tiene un programa semanal de alto voltaje, y para no depender directamente de la teta institucional, se convirtió en narrador oral, disciplina que lo ha llevado a toda la República Mexicana y ocho países más.

Pocos actores mexicanos conocen tan bien la obra poética, narrativa y dramática de Beckett como este histrión, que ya hizo el Lucky de Esperando a Godot y dirigió Fin de partida. Para hacer Krapp leyó diversas versiones, consiguió la cinta original y apostó por la traducción que Gerardo Villegas hizo para este montaje, versión idiomática que a primera instancia se resuelve en un español sobrio y directo.

En La última cinta de Krapp, Beckett aborda la desolación de estar vivo desde la primera persona, en la medida en que su personaje puede verse como la imagen del autor frente al espejo: un hombre carcomido por la desesperanza que guarda la memoria de su vida en rollos de grabadora de carrete, en los...

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