Escribir desde la desesperación

AutorIsrael Sánchez

Crear personajes, juzga Fernanda Melchor, es siempre un ejercicio exploratorio donde se le prestan emociones a tales entes. Un acto de empatía máximo.

Como Will Graham, ilustra la escritora nacida en Veracruz en 1982, el detective de la serie literaria Hannibal, de Thomas Harris, que elabora perfiles de asesinos y al ver las consecuencias de los crímenes reconstruye en su cabeza lo sucedido, poseedor de una empatía extrema.

"Yo siempre me he sentido muy identificada con la figura de Will Graham, con la empatía extrema, con el hecho de poder imaginar cosas tremendas de las que mucha gente a lo mejor trataría de alejarse lo más posible.

"Pero una, de alguna manera, siente esa necesidad profunda de echarse un clavado en esas emociones tan densas", cuenta en entrevista la narradora, ensayista y traductora.

Ésta es la génesis de Polo y Franco, los dos jóvenes cuyo infausto proceder narra la autora en Páradais (Literatura Random House), su más reciente novela.

Una historia dual, de polos opuestos, define Melchor. De personajes y escenarios que se contraponen, atravesados por la obsesión y la violencia.

"Es la historia de dos muchachos que provienen de diferentes medios. Uno es un joven que lo ha tenido todo; el otro es un chavo que ha tenido que chambearle bien duro para tener muy poco.

"Ambos se unen en una obsesión común que es el alcohol; se unen porque, de alguna manera, quieren rebelarse contra las sociedades a las que pertenecen. Y empiezan a maquinar esta suerte de planes escapistas. Ambos están infelices con la vida que tienen, y entonces lo que quieren es escapar de estas vidas", detalla la veracruzana.

Franco, por un lado, es un chico rubio y gordo que vive en Páradise, el fraccionamiento de clase acomodada que da título a la obra. Desagradable, procaz, mitómano y con el deseo perverso de poseer a la atractiva y adinerada mujer con la que está obsesionado.

"Un chamaco cagón y puñetero, un pendejo consentido que no sabía hacer nada más que jalarse el pellejo el día entero pensando en las nalgas de la vecina", opina de él Polo, el jardinero del fraccionamiento.

Él, por su parte, proviene del pueblo Progreso al otro lado de un río, contraparte absoluta de Páradise. Un lugar invadido por el narco, el cual prácticamente ha reclutado todos los jóvenes que habitan ahí, salvo por Polo.

"Franco y Polo son marginales ambos en sus sociedades, y justo creo que esto es lo que los une. Y en este reunirse para embrutecerse pues van a ir dejando que su imaginación y sus fantasías tomen un rumbo muy macabro", relata la también autora de Falsa liebre (Almadía, 2013) y Temporada de huracanes (Literatura Random House, 2017), cuidando no revelar aquello que se va descosiendo con cada vuelta de página.

"¿De verdad estaba (Polo) tan loco como el pinche gordo para seguirlo en aquel plan insensato, ridículo y pueril? ¡Y todo para enterrarle el fierro a una vieja! Como...

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