Escrutinio / Maruriru y la nueva América

AutorSergio Lujambio

Hace ocho días encontrábame en Madrid, capital de la tierra de donde emigraran mis dos abuelos varones. Tuve que ir, al cabo de ocho días de iniciar mis vacaciones merced a que el prepontente de George Bush junior, alias "doboliu", nos jugó a la familia la mala pasada de advertirnos que no se puede cruzar, ni por dos horas en tránsito, por la patria cuyo gobierno preside, sin visado.

No importa que sea a mitad de las vacaciones de verano, donde millones se desplazan por el mundo, y millones sin visa gringa tengan o quieran volver al lugar de donde partieron y seguramente viven. Si Ud, salió de una forma, ya no puede volver de la misma. La página de internet del gobierno americano advertía de un trámite ágil y expedito para viajeros en dicha condición, no sin antes advertir de la imperiosa necesidad de causar trastornos, por el bien de la humanidad, gracias a las fundadas sospechas de que "el tránsito" puede ser utilizado por el terrorismo.

La realidad es que la cosa es igual que aquí: Tiene Ud. que llamar a un número que le cobran por atenderle, y puede demorarse un mes que le den cita para una entrevista. El caso es que buscamos para mi treceañero sobrino y ahijado, que era el único en este predicamento, la alternativa de que volara directo. American Airlines se portó de la fregada. Aeroméxico de maravilla. No le cuento más. Este desaguisado me impidió enviar mi crónica la semana anterior, y mejor me aplico a ello.

Maruriru llaman los chinos a Madrid, vaya Ud. a saber por qué. Será una cosa similar a por qué nosotros llamamos Pekín a lo que ellos denominan Beilling, o por qué llamamos Cuernavaca a algo que se llamaba algo así como Hueynahuácatl. La cosa es que chinos, vietnamitas, y toda clase de orientales pululan y trabajan en Madrid, así como rusos, rumanos, marroquíes, bereberes y toda clase de personajes de razas negras de distinto tono, hasta llegar casi al morado o azul marino intenso, al menos un simpatiquísimo dominicano, y sobretodo ecuatorianos y colombianos.

Por lo menos en el tórrido verano español, cafeterías, bares, restaurantes y terrazas, lo que priva es que le atienda a Ud. un individuo en un castellano distinto. Al paso por Miami no necesita uno del inglés. Al paso por Madrid, lo normal ahora es que le aborden en inglés, por si las moscas...

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