Esquiva Legorreta el poder

AutorErika P. Bucio

"Somos en cierta forma bufones de los reyes", acepta el arquitecto Ricardo Legorreta (México, 1931).

Rehúye del poder, aunque a lo largo de su práctica profesional ha debido lidiar con él y sabido decir "no" a los caprichos de sus clientes.

"La raya la tienes marcada, no te engañas, cuando te acuestas en la noche, sabes cuando estás cediendo más de la cuenta...", reflexiona.

No cree en una arquitectura al servicio de la élite. Gusta de repetir una máxima que escuchó en su juventud: "La buena arquitectura es aquella donde se siente bien tanto el rey como el mendigo".

Es el primer mexicano galardonado con el Praemium Imperiale, que concede la Asociación de Arte de Japón desde 1989, en reconocimiento a sus logros y el impacto global de su trabajo.

Los ganadores de este año fueron anunciados ayer en Londres: Bill Viola (Pintura), Anish Kapoor (Escultura), Seiji Ozawa (Música) y Judi Dench (Teatro/Cine). Cada uno recibirá 182 mil dólares.

Blindado contra la soberbia que, dice, prima en su gremio, acepta el galardón como un reconocimiento, a partes iguales, con su hijo Víctor Legorreta, socio de su despacho desde 1991.

"No lo considero un premio para mí. No creo en los genios, y por supuesto, no creo serlo, y segundo, no pienso que nadie pueda hacer nada solo", dice.

Autor de edificios como el hotel Camino Real y la Catedral de Managua, Legorreta construye a sus 80 años su primer rascacielos, el corporativo BBVA Bancomer, en Reforma, en asociación con el británico Richard Rogers.

Lamenta la cancelación de la Plaza del Bicentenario, que rodearía a la Estela de Luz, que...

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