Evocan la gloria de Paz

AutorIsrael Sánchez

Hace ya 30 años que un anuncio colocó a las letras mexicanas en lo más alto: la Academia Sueca concedía el Premio Nobel de Literatura a Octavio Paz (1914-1998).

"Por su escritura apasionada y de amplios horizontes, caracterizada por la inteligencia sensorial y la integridad humanística", explicaba el fallo de aquel 11 de octubre de 1990 a favor del poeta, autor de una "exquisita poesía amorosa a la vez sensual y visual".

En ese momento, Paz, de 76 años, se encontraba en Nueva York con motivo de las diferentes actividades culturales que se realizaban en torno a la muestra México: Esplendores de treinta siglos, en el Museo Metropolitano.

Hospedado en el Hotel Drake, comenzaron a llegarle arreglos de flores y llamadas de todas partes del mundo, incluso de los Presidentes de México, España y Francia, según recuerda en entrevista Alberto Ruy Sánchez, escritor y amigo del poeta.

Allí, ante un centenar de periodistas, el autor de El laberinto de la soledad expresó su gran sorpresa y felicidad por el galardón que, aseguró, no lo cambiaría, y que lo obligaba a seguir escribiendo, pues "la fama es peligrosa y hay que luchar contra ella con ironía".

Lo que vendría un par de meses después, el viaje a Estocolmo, Suecia, para recibir el premio, es algo que pocas personas tuvieron la oportunidad de presenciar con cercanía, como el propio Ruy Sánchez y la escritora y periodista Nedda G. de Anhalt, quienes hasta hoy en día califican como una experiencia "inolvidable" e "intransitiva".

"Octavio tenía el derecho a invitar, pagado por la Fundación Nobel, a cinco parejas. Y, por fortuna, a mí y a mi esposa (la historiadora Margarita de Orellana), nos invitó", relata Ruy Sánchez.

Además de ellos y los Anhalt, también fueron los matrimonios "Césarman, González Pedrero Campos, Krauze y Xirau", como expone Adolfo Castañón, quien iba por parte del Fondo de Cultura Económica (FCE), la editorial mexicana de Paz, en su texto Octavio Paz: Un premio para Estocolmo.

La comitiva también la integraban Guillermo Tovar de Teresa; el poeta catalán Pere Gimferrer; Eliot Weinberg, traductor de la obra de Paz, y el autor uruguayo Danubio Torres Fierro, así como el ex Presidente Miguel de la Madrid, entonces titular del FCE.

Esta delegación tuvo una recepción el sábado 8 de diciembre de aquel año en el Grand Hotel -"de ambiente lujoso, recatado a la europea, solemne, austero y decimonónico", según describe Castañón-, ofrecida por el Embajador de México en Suecia, Agustín...

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