Evocan pasos de Nahui Olin

AutorIsrael Sánchez

Con su ímpetu creador, su provocadora actitud contra los cánones del México de la primera mitad del siglo 20 y sus deslumbrantes ojos verdes, una mujer cautivó a diestra y siniestra y se instaló como ícono: Carmen Mondragón, mejor conocida como Nahui Olin (1894-1978), de quien hoy se recuerda su 41 aniversario luctuoso.

Pintora, compositora, escritora y poeta, usualmente reducida a haber sido modelo de Diego Rivera o a amante del Dr. Atl, cuando su propia vida, intempestiva y apasionada, es modelo de libertad y rebeldía, tal como lo plasma la escritora Sandra Frid (Monterrey, 1959) en La mujer que nació tres veces, La novela de Nahui Olin (Planeta).

"(Fue) una mujer fascinante, adelantada a su tiempo", opina la regiomontana en entrevista. "Por ahí anda una foto donde está como a los 5 años, en donde se ve que la van a retratar y se levanta la falda. Entonces creo que nació así. No es que haya habido algo que detonó su rebeldía".

Nahui Olin, hija del General Manuel Mondragón -uno de los militares que encabezaron el golpe de Estado contra Francisco I. Madero en 1913-, se crió en el seno de una familia acomodada y costumbrista en una época donde, remarca Frid, las mujeres vivían en cierta reclusión, bordando y tocando el piano a la espera de casarse.

En ese contexto, las artes y letras muy pronto se convirtieron en un escape.

"Tenía una necesidad imperiosa de estar creando constantemente", dice Frid. "A los 10 años ya había escrito unos versos que aún ahora nos dejan asombrados. Y lo siguió haciendo toda su vida".

En la novela, que parte de biografías realizadas por Adriana Malvido y Patricia Rosas Lopátegui, se narra el matrimonio fallido de Nahui Olin con el pintor Manuel Rodríguez Lozano, las lecciones de arte tomadas en París, sus exposiciones montadas en la azotea de un edificio del Centro Histórico y su amistad con figuras como Tina Modotti o el propio Rivera.

Así como la larga lista de amantes incapaces de resistirse a su torneada figura, sus ojos arrebatadores -"dos estanques de verde cristal", describe Frid- y su perpetua desnudez desafiante del pudor, pero enemiga de la frivolidad y objetualización sexual. "Mi cuerpo era tan bello que no podía negarle a la humanidad el derecho a contemplarlo", evoca una avejentada Nahui Olin en el libro.

¿Qué diferencia a su obra de las biografías?

La palabra novela lo dice...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR