Las y los excéntricos / Mishima

AutorGuadalupe Loaeza

Decidió quitarse la vida a los 45 años en una extraña ceremonia ritual. No cabe duda que se trata de un personaje de lo más singular: por un lado, es uno de los novelistas más admirados del mundo, comparado con Gide y con Proust; pero, por otra parte, fue un cultivador de la fascinación por la forma de vida de los samuráis, de ahí que tuviera un cuerpo perfecto que cultivaba hasta la obsesión. Ésa es la razón por la que Mishima se fotografiaba casi desnudo, con su sable y posando en actitud de lucha.

De este autor, me intrigan especialmente sus fotografías de niño. Su rostro dulce y lleno de asombro contrasta con las ropas militares que lleva puestas. Eso se debe a que su familia llevaba muchas generaciones relacionada con los samuráis, además de que tenían todo tipo de pretensiones. El padre de Mishima era ministro de Pesca, pero quien influyó en su personalidad fue, sobre todo, su abuela. Toda su infancia la pasó con esta mujer de carácter sumamente difícil, tiránica y extravagante, además de histriónica. De ella, Mishima escuchaba decir: "Tiene un pie en la realidad y otro en la fantasía". Era una mujer que pasaba todo el tiempo enferma. Llegaba incluso a ser incapaz de bañarse ella misma, así que su nieto tuvo que aprender a darle sus medicinas, a curarle sus llagas y hasta a llevarla al baño. Quizá esta abuela absolutamente dominante habría sido más feliz teniendo una nieta, así es que obligaba a Mishima a vestir de niña. Otra de las aficiones de la mujer era ir al teatro, lo que más le gustaba era ver obras sangrientas, las cuales horrorizaban a ese jovencito tierno y de mirada llena de asombro.

¿Será que toda su vida estuvo influido por esa forma de vida que le inculcó su abuela? Hay que decir que no le faltó amor, por el contrario, era profundamente amado. Como decía el escritor: "A los 8 años, yo tenía una enamorada de 60". Naturalmente, esta manera de ser lo dejó marcado y definió su relación con la belleza y la sexualidad. Desde siempre, la belleza era para el joven escritor un asunto doloroso.

Otro aspecto de su vida era el amor tan profundo que sentía por los antiguos samuráis, los veía como una forma perfecta del comportamiento, de la ética y hasta de la belleza. Veía con profunda pena que Japón se alejara de los valores antiguos. Pero, al mismo tiempo, era muy contradictorio. Se dice que Mishima es el primer escritor japonés en hablar públicamente de la homosexualidad. Además, era un lector muy atento de la literatura...

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