El exhibicionismo como literatura

AutorDavid Lida

Nación Prozac de Elizabeth Wurtzel (Ediciones B) también desveló algunas tendencias en el mundo editorial de los años 90. En esta época, los libros de memorias suplantaron a la novela en la imaginación colectiva. Cada vez menos lectores se molestaban en adquirir libros de ficción, mientras se volcaban sobre obras como Girl Interrupted de Susanna Kaysen (1993), The Liar's Club de Mary Karr (1995), y Angela's Ashes de Frank McCourt (1996). Estos son sólo los más exitosos y famosos de toda la industria: en los 90, las mayores compañías editoriales de Estados Unidos publicaron 50 libros de memorias cada año.

El catálogo incluía recuentos de alcoholismo o drogadicción; historias de manicomios y clínicas de desintoxicación; confesiones de inmigración o asimilación; de matrimonio, adulterio y divorcio; de éxito y fracaso. Los momentos más humillantes de infancias miserables fueron exhibidos cual insignias de honor, y mientras más escabrosos, mejor. Entre las más notorias figuraron The Kiss de Kathryn Harrison (1997), que detallaba la relación incestuosa entre la autora y su padre; y Secret Life de Michael Ryan (1995), abrumador relato acerca de la "adicción al sexo" sufrida por el autor. En ella, Ryan confesaba que durante su adolescencia había tenido un romance con el perro de la familia.

El eclipse de la novela a manos del libro de memorias tenía justificación, hasta cierto punto. Se publicaba de manera preponderante la ficción escrita por graduados de cursos de creatividad literaria en universidades estadounidenses. Si bien estas novelas acusaban habilidad técnica, muchas de ellas adolecían del brillo de la experiencia directa. Incluso las memorias más deficientes tenían una inmediatez y vitalidad que faltaba a una parte de la ficción, especialmente aquella escrita por autores jóvenes.

Pero mientras los editores convertían al libro de memorias en una industria por sí misma, y la demanda por este tipo de productos se incrementaba, emergieron asimismo algunos problemas inherentes a este género. La mayoría de los libros de memorias eran narrados cual interminables páginas de diarios personales, cual crónicas de experiencias narradas mas no procesadas. Muchos, en apariencia, fueron elaborados con una clara visión comercial, sin dar a los autores el tiempo suficiente para reflexionar acerca de sus experiencias. Surgió el equivalente literario de la cultura carnavalesca encarnada por Oprah Winfrey y otros espectáculos baratos tipo talk show -los...

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