La experiencia hace al maestro

AutorCarlos Borboa

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Guanajuato.- Para él, la culinaria es una pasión que comenzó a los seis años, jugando a cocinar para sus hermanos a cambio de unas cuantas monedas.

"Desde muy chico me robaba el dinero de la bolsa de mi madre y me escapaba a comprar jitomates, huevos, chiles y cilantro para poder cocinar. ¿Por qué?, no lo sé, trataba de crear por diversión", recuerda Bricio Domínguez, chef propietario de El Jardín de los Milagros.

Hijo de un ingeniero en minas, tuvo su primer encuentro con la culinaria tradicional entre cazuelas, jarras e itacates de mineros guanajuatenses. A los 15 años y tras una mala jugada de la vida -la muerte de su madre- Bricio encontró en la cocina un refugio, que tres años después convertiría en su modo de vida.

"Comencé a recorrer los mejores restaurantes del Bajío, probando las mejores comidas y aprendiendo el estilo y los secretos de diferentes cocineros. Ésa fue mi universidad, una en la que aprendí a mezclar ingredientes, aromas, sabores y gustos. Se volvió una misión personal satisfacer paladares ajenos".

Autodidacta y visionario, Domínguez pasó 15 años en taquerías, restaurantes de comida rápida y pequeños locales, aprendiendo mientras trabajaba en la industria de la construcción, hasta que una mañana despertó convencido de ser propietario de un lugar de alta cocina.

"Ya son siete años de dirigir El Jardín de los Milagros, creando lo que yo llamo 'platillos millonarios', esos que saben como ningún otro, sorprenden y se guardan en la memoria para siempre", presume.

Domínguez apuesta por incluir los viejos y populares ingredientes del campo mexicano, como xoconostle y garambullos, sin renunciar a las más novedosas técnicas.

"Nunca he...

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