Ezra Shabot / Bonitos vs. partidos

AutorEzra Shabot

Las figuras políticas y sus respectivos partidos no siempre se manejan en un mismo plano. En ocasiones los liderazgos personales mantienen intereses, tiempos y estrategias diferentes de los que asumen aquellos que forman parte de la estructura partidaria. Mucho se ha hablado del liderazgo de caudillos dentro del PRD en donde Cuauhtémoc Cárdenas y López Obrador han jugado papeles protagónicos, sometiendo al partido a su proyecto personal. El propio PRI en sus inicios (PNR) se asumía como un partido de caudillos, que fue sustituido por otro de masas (PRM) y luego de instituciones (PRI), en donde el poder del Presidente era absoluto durante seis años, para luego desaparecer y transformarse en uno nuevo en manos de su sucesor designado.

La democratización que vivió el país en las últimas décadas y la alternancia en el 2000 modificaron sustancialmente la relación entre los liderazgos y sus partidos. Vicente Fox, quien se presentó como precandidato único dentro del PAN en el 2000, y que gozaba del apoyo de su partido, no consiguió consolidarse como un líder dentro de la estructura partidaria. Sus excentricidades y el papel que le otorgó a su esposa en el funcionamiento cotidiano del gobierno no sólo lo distanciaron de su partido, sino que incluso le impidieron designar a su sucesor en la figura de Santiago Creel. La dinámica particular del primer mandatario jamás coincidió con los tiempos e intereses de Acción Nacional.

Y hoy volvemos a vivir situaciones similares en los tres partidos políticos nacionales, en donde las figuras atractivas y fuertes se presentan en competencia frente a aquellos que realizan activismo político desde posiciones de partido, o en el marco estrictamente institucional, todo esto en función de las candidaturas presidenciales para el 2012. Así una personalidad como la de Enrique Peña Nieto en el PRI va adquiriendo fuerza a partir de su muy peculiar estrategia mediática y política. Su capital está basado en su atractivo personal, que incluso le permite salir en revistas de espectáculos y de escándalos de los famosos, lo que lo introduce en esta categoría de "los bonitos", los que gustan al ciudadano medio, y que sobrepasan con mucho los límites propios del político tradicional.

Frente a esta opción priista "bonita" está el aparato...

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