Ezra Shabot / Gaza, retirada o negociación

AutorEzra Shabot

Con la llegada de Sharon al poder, la estrategia de represión a una resistencia palestina dominada por grupos fundamentalistas como Hamas y Jihad Islámica, o a la milicia de Arafat denominada Brigadas Al-Aksa, ha ido reduciendo paulatinamente la capacidad de estos grupos para ejecutar atentados terroristas que los mostraban ante la opinión pública internacional como los "desesperados" sin alternativa alguna. El hecho es que tanto los asesinatos de los principales líderes del fundamentalismo palestino, así como el levantamiento del polémico muro de seguridad, han limitado sustancialmente la capacidad de acción de estos grupos.

Sin embargo, el pragmatismo de un halcón como Ariel Sharon, lo ha llevado a privilegiar la retirada unilateral de Gaza, a cambio de intentar mantener mejores posiciones en Cisjordania, en donde la presencia de colonias judías le permite pensar en mantener bajo su control la mayor cantidad de territorio en esta zona. El proyecto de retirada de Gaza tiene así al menos dos elementos que requieren ser considerados para que esta medida tenga un impacto positivo en un futuro proceso de paz. Primero, la inexistencia de un liderazgo palestino lo suficientemente fuerte como para poder reducir el activismo de los grupos fundamentalistas poseedores de una enorme fuerza en esta región.

Sólo entregando la soberanía de Gaza a un grupo responsable y articulado, será posible garantizar una salida pacífica del Ejército israelí, así como la posibilidad para los palestinos, de hacer de este acto el inicio de una campaña política destinada a obtener un Estado propio en Cisjordania y Gaza, y coexistiendo al lado de Israel. El abandono de Gaza sin contar con estas condiciones es una apuesta a favor de convertir este territorio, en un centro de entrenamiento terrorista destinado a fortalecer a las corrientes extremistas palestinas, cuyo objetivo es mantener la violencia como forma de vida y no la creación de un Estado palestino viable.

El otro problema radica en el intento israelí de no repetir una experiencia anterior que terminó siendo un fracaso, a pesar de los beneficios obtenidos en forma inmediata. Se trata de la retirada unilateral del sur del Líbano, que si bien redujo la tensión entre ambos países e incluso con las milicias fundamentalistas del Hezbollah, generó un mensaje claro hacia el liderazgo palestino encabezado por Arafat: si la violencia ejercida por un pequeño grupo armado obligó a un poderoso Ejército a retirarse de...

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