Farid Kahhat / Nacionalismo e izquierda

AutorFarid Kahhat

Desde esa perspectiva, el cosmopolitismo era el futuro inevitable de la humanidad: tarde o temprano las personas habrían de comprender que aquello que nos une como seres humanos trasciende las barreras sociales que hemos construido entre nosotros.

Por ello, tanto para Karl Marx como para John Stuart Mill el nacionalismo constituía un atavismo tribal que algún día habría de ocupar el lugar que le corresponde en un anticuario de pasiones inútiles.

Por eso la Unión Soviética, heredera de un imperio ruso antisemita y chovinista, podía tener entre sus líderes a un judío como Trotsky, y a un georgiano como Stalin.

A su vez Yugoslavia, un país hasta entonces dominado por los serbios, tuvo al mando tras la Segunda Guerra Mundial a un croata como Tito.

Pero también es cierto que hubo ocasiones en que, confrontados con el fervor nacionalista, socialistas y comunistas recularon en toda la línea.

Los socialistas europeos, por ejemplo, tuvieron que tragarse su proclama de declarar la "Guerra a la Guerra" cuando estalló la Primera Guerra Mundial, y se auparon al furgón de cola de la marea nacionalista que embriagaba a sus conciudadanos.

Stalin, por su parte, persuadido por los carnés partidarios que se apilaban en las esquinas de Moscú de que los militantes no estaban dispuestos a morir en defensa del comunismo, convirtió la participación soviética en la Segunda Guerra Mundial en la "Gran Guerra Patria" (rusa, antes que soviética).

Aún entonces, sin embargo, tanto socialistas como comunistas creían que se trataba de una concesión táctica, mientras seguían ondeando las banderas de la solidaridad internacional entre los trabajadores del mundo entero.

Después de todo, la debacle del capitalismo producto de sus contradicciones internas y, como corolario, la victoria final del socialismo, eran consideradas una necesidad histórica.

Lamentablemente para ellos la historia no transcurrió como le estaba prescrito, y uno de los componentes medulares de lo que hoy en día denominamos "globalización" es precisamente la universalización del capitalismo.

Es recién entonces cuando algunos socialistas y comunistas buscan fortificar las fronteras nacionales como el último refugio contra la expansión del capitalismo transnacional.

Y es allí donde se encuentran con el viejo populismo latinoamericano que, desde Lázaro Cárdenas hasta Hugo Chávez pasando por Juan Velasco Alvarado, enarboló desde siempre una prédica nacionalista.

Salvo que, para ese populismo, el nacionalismo...

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