Federico Reyes Heroles / Palabras y razón

AutorFederico Reyes Heroles

El diálogo en Chapultepec ha sido el mejor en su estirpe, incluidos los del EZ y los surgidos en conflictos universitarios. Fue un encuentro que escapó a los riesgos del fútil espectáculo, de la pérdida de autenticidad, de demagogia que inunda el espacio con palabras sin futuro. El encuentro era muy difícil. Las heridas son muchas, la desesperación enorme, las posturas en ocasiones muy enconadas. Y sin embargo, en todo momento, se respiró respeto e incluso cierta cordialidad.

Las palabras de Javier Sicilia fueron elocuentes y cuidadas. La tentación poética no le ganó, sus argumentos fueron puntuales e incisivos. No hubo concesiones frente al Presidente: "Está obligado a reconocer que la estrategia ha sido contraproducente. Miles de muertos, una putrefacción cada vez mayor de las instituciones, el crecimiento de los cárteles". El poeta, encarnado en voz ciudadana, mantuvo un tono de exigencia pero no cayó en la trampa de violentar el respeto que se debe a quien representa a las instituciones. Esa popular actitud de irreverencia lo que provoca es la cancelación del diálogo. Ninguna autoridad puede ceder en el respeto a sí mismo, pues más allá de la persona está la investidura. Con irreverencias no se llega nunca al fondo. Cuánto han costado al diálogo nacional las afrentas en boca de provocadores. Sicilia lo tiene claro, fue un reclamo suyo durante la marcha. Lo que importa es llegar a los argumentos. El orgullo de lanzar improperios es un acto de vanidad. Todos los representantes del movimiento fueron a los hechos, dejaron fuera calificativos inútiles. En Chapultepec los argumentos iban y venían. Fue un acto civilizatorio que deja en ridículo a muchos congresistas y líderes políticos.

"Son responsables de haber tratado el problema de la droga no como un asunto de salud pública, sino de seguridad nacional y por lo mismo de haberse lanzado... a una guerra que tiene al país en una emergencia nacional", lanzó el poeta. Calderón estuvo a la altura, defendió sus posturas: "No dicen nada (de) la violencia inhumana, bestial con la que actúan esos homicidas... en qué proporción son los criminales, los violentos, los responsables de esa violencia". Y tocó el punto medular: "¿Será cierto que todo es culpa del gobierno? Qué no tendrán nada que ver los criminales... ...Acaso no cuenta en la violencia la realidad abrumadora del crecimiento del crimen organizado...". Calderón también argumentó.

Se llegó a un punto crucial: la demanda de sacar a las Fuerzas...

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