Felipe Díaz Garza/ La consolación de los dinosaurios

AutorFelipe Díaz Garza

Un viejo político priista, ex gobernador de un estado norteño, defiende como si fueran "conquistas revolucionarias" las diputaciones plurinominales que le corresponden a su partido y sostiene, además, que son para ellos, los viejos pilares del PRI, no para la pelusa juvenil de arribistas. "Es lo único que nos queda ahora que el voto vale y que los jóvenes recién llegados se han apoderado del partido y de las candidaturas a elección directa. Sin plurinominales nos quedamos sin hueso", afirma mi informante que clama el referido. Por supuesto que el ex gobernador priista que así habla es diputado plurinominal, es un grillo priista real, de carne y hueso, y si no le digo su nombre y el de su oyente cuando dijo lo citado, ambos conocidos por todos, es porque su identidad no tiene importancia.

Lo que tiene importancia, y mucha, es que el pensamiento de este categórico "dinosaurio" es compartido por muchos de sus colegas cronológicos, políticos y camarales y, por supuesto, por muchos "dinosaurios" militantes de los partidos de la competencia del PRI, que tienen en su corazón la esperanza de una plurinominal más que de hacer política moderna, como hubiera dicho el innombrable Salinas de Gortari. Y eso es malo, muy malo, pues las curules así obtenidas son utilizadas únicamente como sillas, en las que sus titulares permanecen sentados mientras pasan a una mejor vida política o hasta que la Divina Providencia nos hace el favor a los demás mexicanos de llamarlos a su lado.

Pero la culpa no es del indio sino del que lo hizo diputado.

La ley fue creada con la intención de incluir artificialmente a los partidos excluidos naturalmente por la vía electoral, lo que es una verdadera aberración. Si el voto popular niega su favor y su designio a un candidato o a un partido, no debería haber una ley para corregir al electorado, sino al contrario: la ley debe garantizar la decisión del electorado, la que es violentada por la existencia de las diputaciones plurinominales. Estoy de acuerdo con usted en que, cuando se inventaron o multiplicaron estos mecanismos de inclusión excluyente, en México no se respetaba el voto popular, la aplanadora priista no permitía una composición plural del Congreso, la que supuestamente sería forzada por la plurinominalidad.

Pero lo cierto es que la intención real de esa reforma no fue promover la democracia, sino comprar la complicidad de las fuerzas políticas mínimas, pero omnipresentes como opositores en el debate, en el que...

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