Feliz como el sonido del violín

"Cuando toco el violín se me olvidan mis problemas", comenta Jacobo Alfonso Aragón Torres, un pequeño de 10 años que toma clases de este instrumento en la Escuela Nacional de Música de la UNAM.

Al parecer, cuando Jacobo pulsa las cuerdas de su instrumento desahoga "la tensión que le produce la escuela".

El pequeño asiste por las mañanas a la primaria, cursa el quinto año, y ya entrada la tarde se da vuelo con las clases de violín y canto que recibe en la UNAM.

"Me gusta el violín porque se parece a mi temperamento: su sonido es feliz y yo soy feliz, su melodía es aguda y mi canto es agudo", comenta el niño, quien desde que tenía 7 años toca este instrumento.

Jacobo relata que se enamoró de la melodía que emite el violín cuando escuchó tocar a una amiga mayor que él; esa fue una de las razones por las que le pidió a sus padres que...

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