Festejan su juventud

AutorSilvia Isabel Gámez y Jorge Ricardo

Hoy que cumple 80 años, Sergio Pitol vive la paradoja de ser el autor más joven de la narrativa latinoamericana. "Lo siguen descubriendo nuevos lectores, como si acabara de escribir esos libros mundanos, irónicos y frescos", celebra el crítico literario Julio Ortega.

Desde sus primeros borradores, Pitol apostó por crear un mundo personal. Lo cuenta en su Autobiografía precoz, escrita en Varsovia en 1966: "Mi método de trabajo no me permite casi la menor invención. Tengo que conocer a los personajes, haber hablado con ellos para poder recrearlos".

Su narrativa emerge de una idea vaga que, al llevarla al papel -cuenta en el texto-, pone en movimiento un "océano de imágenes" alguna vez percibidas, desde obras de arte hasta sueños, paisajes, colores, recuerdos... "Todo flota allí, como dentro del caldero fáustico y yo sólo elijo -crear es seleccionar- de una manera instintiva los elementos que voy requiriendo".

¿Por qué leer a Pitol? "Su prosa es inconfundible", dice Ortega, miembro del jurado que le otorgó el Premio Juan Rulfo en 1999. "Tiene la respiración natural del habla a la vez íntima (que toca lo que nombra) y objetiva (tersa y conversada). Salvo variaciones más episódicas, más paródicas, más truculentas, su relato asume la duración de una larga caminata, de un trayecto compartido, de un viaje revelado".

Luz Fernández de Alba, quien ha publicado dos libros sobre la obra del escritor -Del tañido al arte de la fuga: una lectura crítica de Sergio Pitol y Sergio Pitol, ensayista-, recuerda que durante años fue un autor de culto. "Un clásico secreto", bromeaba su amigo Carlos Monsiváis. Fue a partir de El arte de la fuga, señala, que algo se destrabó y Pitol se convirtió en un autor popular.

Hay que leerlo porque es divertido, cosmopolita, interesante, sostiene Fernández de Alba. "Es un autor muy culto cuya vida se resume en tres palabras: leer, escribir y viajar", afirma. "Cuando lee y escribe, viaja, y cuando viaja, lee y escribe".

Su literatura es paródica, agrega. Pitol es alguien capaz de ver el lado cómico en cualquier situación. "Si alguien me preguntara por un escritor feliz, yo diría sin dudarlo: Sergio Pitol". Alguien que posee "la bendición de la risa", como la llama el propio autor, escribe Anamari Gomís.

Pero su prosa es también ardorosa, intensa -como en Domar a la divina garza- y poética, deslumbrante -como en Vals de Mefisto-, apunta Ortega. "Sus novelas están llenas de artistas y escritores, cuyo relato les permite...

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