Una ficción multiculturalista

AutorLourdes Morales Canales

El reconocimiento de los usos y costumbres como régimen político-electoral en Oaxaca ha sido, sin duda, considerado como una de las mayores conquistas del "despertar indígena" mexicano.

El reconocimiento de los usos y costumbres, en 1995, corresponde a una respuesta por parte del Estado a las demandas de reconocimiento de derechos específicos para los pueblos indígenas. Más allá de la posible influencia del contexto internacional y de la "oleada multiculturalista" mediante la cual varios países de la región latinoamericana realizaron reformas constitucionales para reconocer derechos a los grupos indígenas, en el caso de Oaxaca la "política del reconocimiento"1 obedeció a varios factores.

En distintos análisis se han señalado como circunstancias decisivas al movimiento zapatista en Chiapas2 y a la pérdida de la hegemonía del PRI, tanto a nivel local como a nivel nacional. El levantamiento zapatista marcó la aparición de los indígenas como actores políticos sobre la escena nacional e internacional. El EZLN fue motivo de preocupación para los gobiernos local y federal, al grado de ocupar un lugar primordial en la agenda política nacional, pero al mismo tiempo, la cercanía geográfica y las similitudes socioeconómicas y políticas con Oaxaca hicieron aparecer el temor del "efecto bola de nieve".

Las similitudes entre Oaxaca y Chiapas: una población indígena numerosa (18.5 por ciento del total nacional, seguido por Chiapas con 13 por ciento), las fuertes desigualdades sociales (71.93 por ciento de la población económicamente activa en Oaxaca y 75.89 por ciento en Chiapas no ganan más de 7 dólares al día), el alto grado de marginación (Oaxaca ocupa el tercer lugar en todo el país, mientras que Chiapas ocupa el primer lugar)3 y la diversidad cultural (Oaxaca cuenta con 16 etnias diferentes -15 reconocidas a nivel constitucional- y Chiapas cuenta con seis) hacen pensar que dicho temor no era infundado. Esta realidad aunada a las especificidades de Oaxaca: una fragmentación territorial importante (570 municipios, es decir 23 por ciento del total nacional), la cultura política clientelista, la enorme cantidad de tierras comunales y una larga tradición de movilización política por parte de distintas organizaciones campesinas e indígenas, provocaron que el movimiento zapatista tuviera un eco particular en Oaxaca.

La respuesta del Estado no sólo fue la canalización de recursos a través de los programas de combate a la pobreza y de desarrollo social para...

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