Empresa/ Se fue el Fidec

AutorAlberto Barranco Chavarría

El desmantelamiento gradual del esquema que se manejaba como banco de segundo piso, es decir, redescontaba créditos que se otorgaban en la ventanilla del sistema comercial, se inició hace 15 meses, justo cuando renunció el que sería su último director general, Carlos Isoard, para incorporarse como vocal independiente de la junta de gobierno del Instituto para la Protección del Ahorro Bancario.

La paradoja del caso es que la exposición de motivos frente a la orden de liquidación habla de traspasar las funciones a Nacional Financiera... cuya vocación tradicional ha sido a favor de la industria.

De hecho, la alternativa del Fidec había surgido en el sexenio del ex Presidente Luis Echeverría, justo frente al reclamo del comercio organizado de no contar con mayores alternativas de apoyo para desarrollarse... y modernizarse.

Más aún, tras la quiebra del Banco Nacional de Comercio Interior, reconocida oficialmente en diciembre de 1997 con el traspaso de su colosal cauda de cuentas incobrables al Fideicomiso Liquidador de Instituciones Financieras del Gobierno Federal (Fideliq), y la venta de su red de sucursales a la banca comercial, la promesa oficial hablaba de reforzar su presencia.

Te quitamos el BNCI pero te damos un nuevo Fidec, decía a la letra la propaganda.

Lo inaudito del caso es que a diferencia del banco de desarrollo, cuyas tropelías de sus funcionarios aún convocan al escándalo y mantienen en impasse la decisión de la Secretaría de Hacienda de cerrar el expediente con la anuencia de la Cámara de Diputados, el fideicomiso no sólo operaba con números negros, sino mantenía un discreto margen de ganancias, por más que como todas las intermediarias de su tipo arrastraba un porcentaje de su cartera con la etiqueta de vencida.

De hecho, contra la tentación de todos las instancias similares de ofrecer créditos directos a determinados clientes considerados solventes, el Fidec mantuvo incólume la disciplina, pese al desdén de los últimos años de la banca comercial en aceptar redescontar sus préstamos.

Y aunque se habla de dos o tres quebratos importantes al saltarse el esquema que apuntaba en estricto al pequeño y mediano comercio, no hay evidencia de que los préstamos se hubieran pactado sin las garantías reclamadas por la ley.

El problema, pues, no es de dinero ni de malos manejos.

¿Se trata simplemente de borrar del mapa a la banca de desarrollo?

La pregunta está en el aire.

Balance general

¿Se acuerda usted del escándalo desatado el año...

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