El fin de la Inquisición

AutorPor Alejandro Rosas

Todo se había precipitado a partir de 1808 con la elevación ilegítima de José Bonaparte -el famoso "Pepe Botella"- al trono español. El pueblo, indignado por la tibieza de su rey Fernando VII, organizó la resistencia, y mientras buena parte de los españoles engrosaban las filas guerrilleras para la defensa de su territorio, los gaditanos albergaban a las cortes que darían al pueblo español la famosa constitución liberal de 1812.

En las sesiones que tuvieron lugar de diciembre de 1812 a febrero de 1813, las cortes decretaron el fin de una de las instituciones más terribles de la historia de la humanidad: el Tribunal del Santo Oficio, mejor conocido como la Santa Inquisición. El decreto del 22 de febrero de 1813 se extendió a las colonias en América, y en Nueva España fue promulgado el 8 de junio, en cierto modo para ganar simpatías y disminuir las huestes insurgentes que peleaban en el sur del territorio novohispano bajo el mando de Morelos.

Poco duró el gusto. Con la vuelta del absolutismo a España en 1815 y el desconocimiento que hizo Fernando VII de las cortes y de la constitución de Cádiz, el viejo tribunal fue restablecido en la metrópoli y en las colonias y sus habitantes padecieron cinco años más las injusticias de la temida institución, que dejó de perseguir delitos contra la fe para llenar sus mazmorras con reos políticos. En 1820, España adoptó nuevamente el liberalismo constitucional, y el 31 de mayo, la Inquisición vio el final de sus días.

En territorio novohispano, la Inquisición fue establecida desde 1571, y en un acierto de la corona española y de la Iglesia, en 1573 los indios fueron excluidos de su jurisdicción. Sobre su establecimiento, José Vasconcelos escribió lo que fue una triste realidad: "El tribunal vino a entenebrecer el ambiente ya entristecido por la convivencia de indios y blancos, miserables y poderosos. En vez del catolicismo piadoso, alegre, fecundo de los primeros franciscanos y de los carmelitas y aun dominicos como Las Casas, un catolicismo de Tribunal, una fe que se defiende con el terror".

La Inquisición en la Nueva España no tuvo comparación con lo realizado durante siglos por sus correspondientes en la metrópoli y buena parte de Europa, donde literalmente la sangre había llegado al río. En México, tras 296 años de ejercer sus funciones, el saldo no era cruento -el Santo Oficio había dictado sentencia de muerte a 43 reos-, aunque tampoco era favorable: ninguno de los cientos de personas que pisaron las...

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