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En flagrancia / Niños presos

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Vincent
AutorGustavo Fondevila

Hace unos días, Rebeca Peralta (vicepresidenta de la Comisión Especial de Reclusorio) presentó una iniciativa para modificar la Ley de Centros de Reclusión del DF para garantizar el acceso a la educación de los menores que viven en prisión con sus madres. En la actualidad, las madres no están obligadas a enviar a sus hijos al preescolar del Centro de Desarrollo Infantil (Cendi) y muchas no lo hacen (Santa Martha Acatitla). La iniciativa fue girada a la Comisión de Atención y Desarrollo de la Niñez.

INFANCIA ENTRE REJAS

El preescolar es importante para los niños, pero en este caso (reclusorios) suena a exceso de celo de funcionario en un País que hasta hace un par de años sufría descensos en la cantidad de niños que asisten a ese ciclo educativo (42.4% en 2013 a 40% en 2014). Y que hasta el día de hoy está muy, pero muy lejos de llegar al 100% de escolaridad en ese rango con alrededor de 1,300,000 niños/as (3 años de edad) que no asisten al preescolar (INEE, 2014).

De hecho, el Sistema Penitenciario de la Ciudad tiene muy buenos números: 82% de los menores están inscritos en el preescolar. Si se proyectaran esos números a nivel nacional, se debería contar con cientos de miles de niños/as más en el sistema preescolar mexicano y sería un logro histórico de las políticas educativas de la Secretaría de Educación Pública (SEP)...

De todos modos, ¿por qué no envían a sus hijos al preescolar? Por los mismos motivos que las clases medias de la Ciudad también se resisten a hacerlo: consideran que sus hijos son demasiado pequeños para ir a la escuela (y las madres no trabajan). Pero hay más porque para las privadas de la libertad los hijos son lo único que les queda sobre lo que tienen ciertos derechos, son su lazo con el pasado en libertad, su fuente de cariño y amor en un lugar donde escasea, alguien que las necesita en serio y que les corresponde. Y como si esto fuera poco, cada minuto cuenta.

¿Alguna vez visitó una cárcel...

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